La presencia de olivina en las rocas hace presagiar el fin de la erupción, como ocurrió con el Tenegúía en 1971
Los túneles lávicos están acelerando la llegada de la lava al mar
Ha aumentado la emisión de dióxido de azufre
La colada ha destruído otras 7 hectáreas de terreno
La Palma vive con preocupación el aumento de las erupciones del volcán y el incremento en la actividad sísmica. Hoy, el suelo de la isla ha temblado con el terremoto más intenso desde el comienzo de la crisis eruptiva hace 19 días y los vulcanólogos han detectado olivina en las muestras recogidas, algo que en 1971, durante la erupción del Teneguía, anticipó el silencio del volcán.
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Se trata de un fuerte temblor que ha alcanzado los 4,3 grados en la escala Ritcher en la zona de Villa Mazo, al este de la isla. Los sismólogos destacan que se ha producido a una gran profundidad, 35 kilómetros, aún más que la registrada en las horas anteriores, pero no ven en ello un riesgo sino todo lo contrario ya que no hay deformaciones y no creen que eso signifique que vaya a abrir nuevos centros de emisión lejos del cráter.
En las últimas horas el aumento en la explosividad de las erupciones se ha traducido en un aumento en la expulsión de lava y en la liberación de más de 13.000 toneladas de dióxido de azufre.
En estos momentos, las cuatro bocas expulsan una lava muy fluida que corre ladera abajo y acelera dentro de los tubos lávicos. La colada al enfriarse hace tuberias que protegen la temperatura de la lava.
Por eso, desde el aire, la lava aparece y desaparece de la superficie. Avanza hacia el mar, en 24 horas ha aumentado 7 hectáreas su destrucción, pero hay un cambio en las muestras tomadas y es la presencia en las rocas de olivina, un mineral que los primeros días no tenía. Su aumento se compara con lo pasado en la erupción del Teneguía en 1971 cuando la aparición de este mineral anticipó el fin de su actividad.