La España vacía se está quedando sin bares y sin ellos, se dice adiós al corazón y el pulmón de la comunidad, donde se hacen las partidas, se charla, se convive. El pueblo aragonés de Olvés ofrece, sirva esto como ejemplo de la situación, vivienda gratis sin pagar servicios a quien trabaje en su único bar. Desaparecen 2.400 al año y hay 20.000 menos que en 2010. Echan el cierre por la despoblación: cada vez hay menos clientela, sus sueños se van jubilando y apenas hay gente que se quiera hacer cargo de ellos. Raquel Díaz lleva el bar de Torrelobatón, en Valladolid. "Yo he trabajado en un bar de gasolinera, en pubs y no es lo mismo. Aquí entablas más conversación con la gente. Les conoces más. La gente se convierte como en tu familia. Es muy bonito". En Castilla y León hay la mitad que hace 10 años. Pero la realidad es que perder un bar es mucho más. "Es el entretenimiento que hay en los pueblos, no hay otra cosa".
Por eso la iniciativa de un joven dispuesto a salvar la vida en Vallanca, en la comarca del Rincón de Ademuz. En 2019, había 139 personas empadronadas en el pueblo. Ahora, con la pandemia de coronavirus, ha visto crecer su población ligeramente con la llegada de unas cuántas parejas jóvenes que están arreglando casas para instalarse definitivamente allí. Uno de los niños de una de esas parejas ha hecho un vídeo en el que pide que alguien se quede con el bar de la localidad: "El que tiene el bar se va a ir porque lleva trabajando aquí muchísimo tiempo y mola bastante porque tiene esta terraza con seis mesas, después por dentro está súper lleno de gente pero se lleva bastante bien y también tiene un sitio de hotel y una plaza ahí abajo donde pueden jugar los niños. Aquí se pueden alquilar bicis BTT y tiene esta placita de los gatos que te puedes coger un helado y comértelo y el sitio es precioso", va contando al tiempo que muestra cómo es cada zona. La llamada de atención ya va teniendo sus efectos.
La madre del pequeño remite a los interesados al anuncio del ayuntamiento que explica cómo presentar las ofertas. "Es una concesión, pagas un tanto al año, como un alquiler, con unas condiciones que pone el pueblo de horarios y servicios mínimos. Luego, lo que le ganes". Al menos la iniciativa de su hijo no solo se ha hecho viral sino que puede salvar el bar.