Los mosquitos están enseñando a volar a los drones. Concretamente a volar en condiciones de oscuridad absoluta evitando chocar contra el suelo o las paredes. Se trata de una habilidad genética de algunas especies de estos insectos que cuentan con sensores especializados que le permiten evitar estos obstáculos.
El futuro de muchos sectores empresariales pasa por el desarrollo de los drones. Hablamos por ejemplo por las empresas de distribución, de paquetería o servicios de vigilancia o rescate. Por el momento, estos dispositivos móviles dependen de un operario que los maneja pero en breve podrán hacerlo de forma autónoma de forma generalizada.
Para dar el salto, los drones han de ser capaces de esquivar los obstáculos y adaptarse a ellos. Hay técnicas en el mundo animal que pueden ayudarnos en este sentido como es el caso de los murciélagos. Pero recientemente, investigadores de Japón y el Reino Unido han descubierto a través del análisis del vuelo de los mosquitos cómo estos son capaces de esquivar los obstáculos.
Según un artículo publicado en la revista Science, estos insectos voladores utilizan los flujos de aire generados por el batir de sus alas para detectar la proximidad de las superficies. Disponen para ello de sensores ubicados debajo de sus antenas conocidos como órgano de Johnston que analizan estas dinámicas de fluidos para reaccionar.
Los ingenieros ya están trabajando con la posibilidad de dotar a los drones con estes tipo de sensores y facilitar sus vuelos operativos en situaciones de máxima oscuridad. Por el momento tratan de saber mediante experimentos si las limitaciones de esta técnica del mundo animal funcionaria sin fallos en su traslación tecnológica al mundo de la robótica.
También estudian con vistas a un futuro posterior si estos avances podrían ser aplicados a los vuelos de aeronaves más pesadas como es el caso de los helicópteros.