El uso de mascarillas está cambiando la forma en la que nos comunicamos con otras personas. Cuando las llevamos puestas, nos tapan parte de la cara y esto provoca dificultades para entender bien qué nos están diciendo.
Son muchas las escenas en las que tenemos que pedir que nos repitan las palabras, ya que al tener la boca cubierta tampoco podemos leernos los labios. Si a esto le sumamos otros complementos, como por ejemplo unas gafas o un sombrero, también pueden generar dificultad a la hora de reconocernos.
Las consecuencias se notan en todos los ámbitos. Se hace complicado pedir en el mercado. También cuando entremos en un taxi y el conductor se pone en marcha sin haber entendido bien a dónde queremos ir.
Es un problema del que no se salva nadie y que ciertamente nos está condicionando a otra forma de comunicarnos. Ahora hablamos con otro tono y buscamos nuestros propios trucos de tal forma que a veces parece que estamos hablando con lenguaje de sordos, o tal vez jugando a las películas.
Según los expertos, la clave para entendernos está en fijarnos en los ojos. A través de las cejas podemos revelar hasta el 40% de la información que queremos transmitir y así podremos conocer las emociones de aquellos con los que nos comunicamos. "En la expresión de enfado, las cejas bajan y la nariz se arruga", explica Javier Torregrosa, experto en Comunicación No Verbal, y se arquean de forma involuntaria para dar a entender alegría o sorpresa.