La Audiencia Provincial de Lugo ha condenado a Ana Sandamil, madre de la pequeña Desirée, a prisión permanente revisable por asfixiar hasta la muerte a su hija, de siete años, en la localidad de Muimenta. El tribunal la considera autora de un delito de asesinato, con la agravante de parentesco, y el atenuante de una alteración mental o psíquica. Además, la acusada tendrá que indemnizar con 120.000 euros al padre de la niña, José Manuel Leal.
A la hora de dictaminar la sentencia, la justicia ha tenido en cuenta que el ataque de Sandamil a su hija se produjo cuando la niña "se encontraba durmiendo a solas con su madre en su habitación y probablemente adormilada por la trazodona -fármaco antidepresivo con efectos sedantes- que le suministró", según se encontró en la autopsia. "La asfixió con sus propias manos, ejerciendo presión en su cuello y obstruyendo también sus vías respiratorias, boca y nariz, para lo cual pudo emplear, además de sus manos, alguno de los objetos que había en la habitación -como un cojín-", alegan.
Asimismo se ha considerado que la menor no tuvo posibilidad alguna de defensa, dada la "absoluta desproporción entre las posibilidades de agresión o ataque a la niña y su agresora".
Sobre las afecciones psicológicas que sufre la acusada, la jueza ha estimado que no existe una relación directa entre el trastorno que sufre la acusada, incluso en su aspecto de posibles delirios, y la acción de dar muerte a su hija, "más allá del estrés que en ella generaba la relación de las dos con el padre" de la menor. La magistrada también ha considerado que Sandamil exageró sus problemas mentales, "sobre todo en cuanto a las alteraciones de memoria".
Tras conocerse el fallo, la Fundación Amigos de Galicia, que actuó como acusación popular en el juicio, ha manifestado su satisfacción con la condena, porque "se ha hecho justicia". Ya en el momento del veredicto, la entidad aseguró que "la acusada y su familia" habían "dirigido todas sus acciones para su defensa", dejando de un lado los intereses de la menor. "Echamos de menos un perdón por lo ocurrido a la pequeña que, al fin y al cabo, es la mayor perjudicada y la única que no puede defenderse por la pena eterna a la que su madre la condenó", sostienen.