Ana Sandamil, acusada del asesinato de su hija Desirée Leal, el 3 de mayo de 2019, ha usado su derecho a la última palabra en el juicio que acoge la Audiencia Provincial de Lugo y que este lunes ha quedado visto para sentencia y ha dicho: "No sé cómo pasó lo que pasó. Era la niña de mis ojos".
Esta mujer de 45 años, única acusada del crimen, ha afirmado en la sala que ella solamente quería que la pequeña, que tenía 7 cuando sufrió esa muerte violenta, fuese "feliz", independientemente del con quién, del cómo y del dónde.
"Yo quería a mi hija", "para mí lo era todo", "jamás le haría daño", "no recuerdo lo que pasó esa noche", "(Desi) es lo mejor que me pasó", "nuestra relación era muy estrecha"... han sido algunas de sus reflexiones de Sandamil, con llanto entrecortado.
"Jamás actuaría así en mis plenas facultades. No soy así. No le hago daño a la gente. La quería con toda mi fuerza", ha ahondado, y ha compartido en esta vista, que se ha celebrado con jurado popular, que todavía no se cree "que no la pueda volver a ver".
Desirée Leal, cuyo padre, José Manuel, ex de Ana Sandamil, ejerce la acusación particular, fue encontrada muerta en la habitación en la que pernoctó con su madre y presunta verdugo con señales de haber sido forzada a ingerir un líquido en el que supuestamente se había disuelto un fármaco que consumía Ana Sandamil y que se llamaba Trazodona.
En el examen forense, en el cadáver se vieron señales de una asfixia mecánica, la que habría causado el óbito.
Las acusaciones pública, particular y popular -Fundación Amigos de Galicia- piden la prisión permanente revisable.
La defensa, en cambio, solicita la absolución de Ana Sandamil, al presentarla como una enferma mental.
El abogado de la madre de Desirée ha comentado en la exposición final que sí debe ser castigada, pero con una condena "congruente": la eximente completa que comportaría su ingreso en un psiquiátrico.
"No se trata de ensañarse con Ana. Ana ya ha sufrido bastante. Tiene una enfermedad de por vida, no tiene a su hija y ahora sabe que ella causó la muerte de su hija", ha enfatizado.
Las demás partes se han ratificado en que era consciente de lo que hacía y, en último término, aceptan una alteración parcial, nunca grave, y de su capacidad volitiva, que no intelectiva, debido al trastorno de personalidad que sufre la enjuiciada.