Las imágenes son escalofriantes. Los gritos desgarrados, los insultos parecen salir del alma. El cara a cara entre la madre de Desirée, acusada de matar a la pequeña asfixiándola, y el padre y su familia ha sido más que tensa. Dramática. Gritos de asesina, hija de... no tienes corazón, muérete....
La acusada ha llegado a la sede de la Audiencia Provincial sobre las 11,20 de la mañana en un furgón de la Guardia Civil. Ha entrado en el edificio ocultando su rostro con una capucha y mientras el padre de Desirée, junto a los familiares que le han acompañado en una pequeña concentración, le proferían insultos y le gritaban "asesina".
Familiares de Desirée, la niña de siete años que apareció muerta en la vivienda de su madre en Muimenta, en el Ayuntamiento de Cospeito, el 3 de mayo de 2019, se han concentrado este lunes a las puertas de la Audiencia Provincial de Lugo, donde han reclamado justicia para la menor antes del arranque de la primera sesión del juicio.
El padre, José Manuel Leal, el abuelo paterno, José Luis, así como otros familiares y vecinos, han demandado "justicia" portando una pancarta en la que se leía: "Quiero saber toda la verdad. Justicia para Desirée".
El padre de la niña ha admitido que empieza el juicio "con mucho dolor y con el corazón partido en miles de pedazos". "Espero que se haga justicia, ya no por mi, si no por la niña que la tengo en una cajita en el cementerio", ha implorado. Leal ha demandado que la persona que cometió el crimen "pague con la pena máxima estipulada en este país a día de hoy, que es la prisión permanente revisable".
"Para nosotros, desde ese día fue todo cuesta arriba. Esperamos que se haga algo de justicia, que la muerte de la niña no se puede pagar con nada. A ver sí sale la pena de la prisión permanente revisable", ha deseado el abuelo de la menor.
Las tres acusaciones personadas en la causa, la particular que ejerce el padre, la popular, de la Fundación Amigos de Galicia, y la Fiscalía, piden la prisión permanente revisable para la madre de Desirée.
Poco antes de entrar en la vista, el abogado del padre, José Manuel Ferreiro, ha reconocido que "la clave" en este caso, en el que "la autoría es clara", es determinar si la madre se vio afectada o no por su trastorno psicótico en el momento de los hechos, aunque fue diagnosticada con posterioridad.
Para la acusación particular, este trastorno no impidió que cometiese el crimen "en pleno uso de sus facultades", una postura que evidencia "su comportamiento tanto antes, como durante, como después" de matar a la niña. A la espera de que declaren los forenses, Ferreiro tiene claro que "o bien no estaba afectada, o bien estaba mínimamente afectada", por lo que ve justificada la permanente revisable. Sin embargo, la pena podría reducirse a entre 20 y 30 años de prisión en caso de que "estuviese muy afectada" e, incluso, quedar absuelta si estuviese "completamente privada de sus facultades".
"El trastorno lo tiene, pero la clave es saber si le afectó en ese momento o no", ha insistido Ferreiro, quien argumenta que la madre realizó "búsquedas de venenos" por Internet antes del crimen y que "acudió a un plan b", que fue estrangularla, cuando su primer intento --propocionarle un fármaco para acabar con su vida-- "no le salió bien". A esto añade Ferreiro que la acusada "siguió manteniendo su coartada en los primeros momentos", intentó "limpiar el escenario del crimen" y "mostró dominio de la situación y tranquilidad en todo momento".
Sobre el móvil del crimen, el abogado del padre ha afirmado que la madre "se mostró siempre muy posesiva con la niña", una "de las razones que llevó a la separación" de ambos. Tal y como ha sostenido, fue cuando el padre iba a dejar su trabajo en A Coruña para desplazarse a Lugo para vivir con Desirée cuando la acusada "empieza a aislar" a la pequeña. Además, Ferreiro ha apuntado que la declaración de la abuela materna de la niña será otra de las claves, ya que también estaba en la vivienda en el momento de los hechos.
En este sentido, ha recordado que se produjeron "comportamientos extraños", por ejemplo que la botella que emplea la acusada para obligar a la niña a beber la medicación "aparece en el fregadero cuando debería estar en la mesilla de noche en la que la niña la debería haber cogido involuntariamente". Del mismo modo, la abuela y la madre "se visten antes de que llegan los sanitarios" y "esconden el pijama con manchas de sangre". "Y si bien en un primer momento declaran a la Guardia Civil qué fue lo que pasó, luego cuando se judicializa se acogen a su derecho a no declarar", ha apostillado.