El padre de Diana no ha podido más y ha estallado. "Podría haber sido tu hija", ha estallado ante un Chicle impasible que solo confía en que no haya pruebas suficientes para acusarle de violación y así evitar la prisión permanente revisable.
Demasiada templanza estaba mostrando. Ver al asesino de tu hija sin ningún remordimiento debe crispar los ánimos de cualquiera. Y más cuando se observan las risas de José Enrique Abuín mientras se reconstruye el rapto de Diana Quer. Ahí se ve la falta de empatía de un sujeto que en esos momentos era consciente de lo que había hecho con la joven y no dejaba de mentir a los investigadores, que ya tenían claro que él era el culpable de la desaparición no intencionada. Los agentes consiguieron un coche igual que el suyo y el resto de materiales que 'El Chicle' aseguró que llevaba en el maletero para que la reconstrucción fuera lo más parecida posible. Las imágenes, que tenía en su poder El programa de Ana Rosa desde el mes de septiembre y que no se hicieron públicas por expreso deseo del padre de Diana, se han emitido hoy en el juicio.
Ahí es cuando el Chicle intenta colocar su historia falsa, desmontada punto por punto en el juicio gracias al rastreo del teléfono de Diana, del que se deshizo, pero luego fue recuperado. Las pruebas de los movimientos de El Chicle y de Diana son tan fiables como el ADN. Tampoco nadie ha corroborado la versión del robo de gasoil de Abuín. Les estaba contando a los investigadores en estas imágenes una patraña. Y lo hacía entre risas.
El Chicle intentó explicar sus movimientos señalando que primero miró en un vehículo pero no tenía gasoil, luego otro. Y se va a por garrafas hasta dejar el depósito seco. Pero ni allí no había ningún camión sino una furgoneta. Ahí es cuando El Chicle encuentra a Diana, según su versión desmontada y sin querer la mata al cogerla del cuello, intenta reanimarla pero nada. Dice que Diana encaja su mandíbula en su mano. Todo falso. La realidad es que se la llevó a su almacén y allí la ahogó con una brida después de cinco minutos de angustia, como refleja el terror en el cuerpo muerto de Diana. Tirando y tirando hasta que la mató. Sin piedad.
El Chicle sigue con su invención. Cuenta que tumba a Diana en los asientos traseros, va a por su bolso, su móvil y no se olvida de las garrafas. Coloca las garrafas en el maletero, en el que entraban tres o cuatro, y las pertenencias de Diana bajo el asiento del copiloto. Según su versión, desde que se encontró con Diana hasta que arrancó el coche pasaron unos dos minutos, 120 segundos en los que le dio tiempo a matar a una joven de una forma que los forenses califican de imposible, coger sus garrafas, coger las pertenencias de Diana, meterla en el coche e irse.
A la hora de llegar a la nave, El Chicle dice que esta está llena de muebles y de camas, de cables. Él sabe a la perfección por donde tiene que entrar, se conoce tan bien la nave que ni siquiera la oscuridad es un problema para él. Para llegar hasta el pozo en el que se encontró el cuerpo de Diana había que bajar un tramo de escaleras muy empinadas, algo que según él, hizo con ella en brazos. Al llegar al pozo explica cómo levantó la tapa. Mentiras y más mentiras.
El Chicle camina hacia el almacén en la reconstrucción donde se pueden ver las cosas que Diana llevaba en su bolso. Pertenencias que estaban en el fondo del pozo, junto a trozos de brida como con la que quitó la vida a una joven de 18 años, además de trozos de cinta adhesiva.
No solo eso, explica a las autoridades cómo ató el cuerpo con unos ladrillos para lanzarlo por el pozo y deshacerse del cadáver. Además les dice que lo fondeó porque no quería que se encontrase el cuerpo. En cuanto a por qué la desnudó, dice que para que no se encontrasen restos de su coche en la ropa de Diana, añade que no le quitó la ropa interior, algo que de nuevo contrasta con la realidad, ya que el cuerpo de la joven estaba totalmente desnudo.
Durante el juicio El Chicle ha adoptado hoy una nueva postura, se ha mostrado atento, bolígrafo en mano y pendiente de todo lo que se decía en la sala. Y es que José Enrique Abuín ha tomado durante el procedimiento tantas actitudes y posturas como las mentiras que han ido desmontando testigos, forenses, agentes de seguridad del estado e incluso amigos suyos.