Este economista madrileño de 56 años lleva más de tres décadas marcando el camino a muchas empresas españolas para desarrollar de mejor forma el talento de sus empleados, tener directivos que ejerzan de una manera más eficaz el liderazgo y a aplicar políticas de recursos humanos que favorezcan el éxito de los negocios a lo largo del tiempo. Considerado el coach estratégico de mayor número de CEO y directores generales en España, a lo largo de sus 33 años de trayectoria, ha asesorado y desarrollado proyectos de consultoría para más de un millar de compañías.
Juan Carlos Cubeiro es uno de los mayores expertos en liderazgo, talento y coaching en nuestro país, y pasa sus días impartiendo charlas y conferencias, y plasmando sus ideas en artículos para distintos medios o en alguno de los libros que lleva publicados: más de 50, entre ellos best sellers como La sensación de fluidez o Liderazgo Guardiola, con más de diez ediciones. Los dos últimos, durante la pandemia: El virus que reseteó el capitalismo (mayo 2020) y Liderazgo Brain Friendly (editorial Plataforma, octubre 2020).
Es presidente de AboutMyBrain para Europa; profesor de Deusto Business School, la escuela de negocios de la Universidad Deusto, desde hace 21 años; y consejero de Human Age Institute España, una iniciativa sin ánimo de lucro impulsada por ManpowerGroup y apoyada por 400 organizaciones con el objetivo de impulsar el talento y mejorando la empleabilidad de las personas.
Es un acontecimiento altamente improbable, pero si se analiza es cierto que había avisos. El liderazgo es influir desde la credibilidad. Y ha de ser inspirador. Los líderes políticos, sociales y económicos podrían haber previsto una crisis de demanda tras una crisis de burbuja. Una de las grandes enseñanzas que nos deja esta situación es que los grandes líderes deben preverlo.
Ha habido varios tipos de líderes; por un lado, los que han cogido el toro por los cuernos para atajar el problema, como la canciller alemana Angela Merkel; la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern; o la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen. Otros se han dedicado a discursos al estilo Aló presidente, como Macron en Francia, Conte en Italia y Sánchez en España, con una disonancia entre la palabra y la acción. Y ha habido negacionistas, como Trump (Estados Unidos) o Bolsonaro (Brasil), que decidieron esperar a la inmunidad del rebaño.
Quienes peor resuelvan la crisis sanitaria serán quienes peor crisis económica tendrán. Lo peor estará aún por llegar para quienes se aferren al modelo anterior y vayan por la vía de la deflación salarial. Y a quien entienda la importancia del talento, le irá mucho mejor. Y, por lo que respecta a España, somos el país de la calidad de vida, pero no de la educación, ni de la calidad directiva, ni del liderazgo empresarial y político, por lo que debemos mejorar en estas cuestiones. Necesitamos líderes con mucho talento con creatividad, no el ordeno y mando.
Hay de todo en los dos ámbitos. En España tenemos a Pablo Isla, que ha sido nombrado dos años consecutivos mejor CEO del mundo. Pero creo que también en política, en las administraciones locales, los hay. No se ha de demonizar a todos. Aunque Victoria Prego explica que el arco parlamentario en la Transición estaba formado por personas muy preparadas que dedicaban unos años de su vida a sacar el país adelante. Mientras que hoy proceden de las Juventudes de los partidos políticos y no tienen tanta preparación ni experiencia. Es decir, hay menos talento que hace 40 años.
Las que se tomen en serio el talento. En los años de exuberancia irracional la burbuja pinchó y como dice Warren Buffett es cuando baja la marea cuando se ve quién lleva el bañador puesto. Las empresas que desarrollan el talento, lo fidelizan y logran su compromiso son las que están preparadas para salir adelante. Porque podemos asistir a una coexistencia por un lado del desempleo y por otro de escasez de talento al mismo tiempo.
Una empresa saludable no es que ofrezca yoga o mindfulness a su plantilla, sino aquellas que analizan sus sistemas de costes, márgenes, etcétera, pero no lo llevan solo a maximizar el beneficio, sino también al talento. Son las empresas profesionales, saludables. Pero en España no somos aún punteros en estas cuestiones; somos el país número 43 del mundo en términos de calidad directiva, el 61º en educación, el 69º en meritocracia. Es decir, que estamos en la segunda mitad de la tabla en materia de comunicación, transparencia.
Se ha avanzado en digitalización de la economía y de la sociedad en cinco meses lo que en cinco años. En teletrabajo, banca digital, educación online, e-commerce o Administración electrónica. Lo que impedía en parte este avance era la burocracia: por temor se aludía a cuestiones de ciberseguridad; y el capataz. España era uno de los países más presencialistas de Europa, había desconfianza hacia el teletrabajo. Pero en esta nueva situación el capataz ya no ha podido oponerse, aunque hay quien quiere volver al trabajo presencial cuando todo esto pase.
A mí más que de teletrabajo me gusta hablar de telos-trabajo: encontrar la finalidad de lo que se hace. La productividad baja con un mayor número de horas de trabajo en las oficinas como sucedía en nuestro país, pero tampoco el teletrabajo es siempre óptimo. Unos quieren volver a los centros de trabajo porque echan de menos el contacto humano, pero el presencialismo también tiene sus hándicaps. No va a ser ni cero, ni cien. Lo más indicado parece un 40% del tiempo de teletrabajo y no más de 60% de trabajo presencial.
Se tardarán cuatro o cinco años en recuperar la economía términos de PIB, pero este indicador no nos va a dar la medida de si nos hemos recuperado. En términos de empleo vamos a asistir a un proceso de reskilling, de adquisición de nuevas habilidades. La automatización ya fue el 29% de toda la actividad económica mundial en 2018 y en 2022 será el 42%. Es decir, que la mitad del trabajo aproximadamente lo van a hacer robots y demás tecnologías; y la otra mitad serán las tareas de alto valor añadido. Por ejemplo, muy presentes en la economía española y muy afectados en esta crisis, el turismo y la hostelería. El de bajo valor añadido está muerto. Hay que hacer una reinvención: mejorar la experiencia de los clientes, empleados mejor pagados y mejor formados; nuevas ideas como reservas online y suscripciones, con ofertas y experiencias personalizadas para cada cliente… Y veo poco hasta ahora este replanteamiento estratégico.
La tecnología sustituye el trabajo. En cambio, el empleo creativo, intuitivo, emocional, e potenciado por la tecnología porque las decisiones las toman los humanos. Por un lado, los directivos, artistas, vendedores o científicos van a verse beneficiados. También los empleos no cualificados, pero manuales. Y los que se van a ver más perjudicados son los de la zona media, todo lo relacionado con la burocracia y administración como muchos puestos de finanzas o recursos humanos son los que lo van a pasar mal.
El 40% del tiempo de un trabajador, sea cual sea, debería dedicarse a aprender. Puede parecer mucho, pero las empresas deberían saber emplear cualquier reunión o diálogo para que sus empleados aprendan, en el propio trabajo. Quien no sabe muestra tanta confianza en lo que desconoce como el gran experto; hay que ser humildes, leyendo, estudiando, viendo vídeos. Ésa sería la verdadera revolución, tanto en la escuela como en el ámbito social y en el político. Y tendría sus efectos en la calidad directiva, en empresas mejor lideradas y dirigidas, que es una variante de la educativa.