El pasado viernes 18 de febrero el cuerpo de un feto de seis meses fue encontrado en las inmediaciones de la estación de ferrocarril de Águilas, en Murcia. El cuerpo se encontraba junto al cordón umbilical y la placenta. Además, estaba envuelto en una camiseta de color negro y guardado en un tupper que estaba enterrado en el cerro que corona la Cueva de la Tía Petra en Águilas.
Días después, la Guardia Civil detenía a una joven de 19 años sospechosa de ser la gestante del bebé y de haber enterrado el cuerpo en un solar de la localidad murciana. Ahora, los investigadores tratan de esclarecer los hechos y los motivos por los que la joven de tan solo 19 años enterró el cuerpo del feto. Sin embargo, ella misma ha concedido una entrevista al medio de comunicación 'El Español' donde ha decidido contar qué le llevo a enterrar el cuerpo del feto sin vida.
En la conversación con el medio de comunicación, la joven y su pareja de 24 años han relatado cómo es su vida. Tienen otra hija de un año y medio y sobreviven con tan solo 700 euros al mes. Por eso, la pareja y su hija tienen que vivir con la abuela del chico de 24 años. Ambos han tenido una infancia bastante traumática ya que él sufrió malos tratos de pequeño por parte de su madre que llegaba a apagarle colillas en la planta de sus pies. En cambio, ella tuvo que dejar de estudiar al acabar el colegio ya que proviene de una familia con pocos recursos.
La sorpresa de la joven de Murcia llegó hace seis meses cuando se dio cuenta de que no le bajaba la regla. "Llamé a mi médico de cabecera, y le pedí un análisis de orina para comprobar si estaba embarazada. Durante la espera para recibir la cita del análisis, tuve un sangrado, y creí que me bajó la regla. De forma que ya no volví al médico porque no estaba embarazada. Luego sumé dos meses de faltas, decidí hacer un test de embarazo, dio positivo, y pedí cita con una trabajadora social del Centro de Salud Águilas-Sur para consultar métodos para interrumpir el embarazo", comenta ella misma al medio de comunicación.
Por eso, la joven decidió acudir a la farmacia y comprar misoprostol, uno de los medicamentos considerados por la OMS como más idóneos para practicar abortos farmacológicos. La misma noche que compró el medicamento la joven se tomó 40 pastillas y no le contó nada a su pareja.
"A las tres de la madrugada del jueves, comencé a tener muchos dolores de barriga por las patillas y fui al baño porque no aguantaba más. Me senté en el váter y tuve el aborto. Al ver que el bebé se me quedó colgando (del cordón umbilical) y que era muy grande, llamé gritando a mi pareja. Yo pensaba que iba a salir un feto, o un coágulo, porque creía que estaba embarazada de poco tiempo, pero no esperaba que iba a salir una criatura de varios meses", cuenta la mujer de 19 años.
Al oír los gritos desgarradores que provenían del baño, el chico de 24 años se despertó y se encontró con la brutal escena. Fue ella mismo la que decidió llevar al feto al servicio de urgencias que se encuentra a tan solo unos minutos de su casa. Sin embargo, cuando estaba de camino se arrepintió y fue a casa de su madre con el cuerpo sin vida del feto. "El jueves, regresé con mi pareja, y cuando me preguntó por nuestro hijo, le mentí diciéndole que los médicos le estaban haciendo unas pruebas", declara ella misma.
Al día siguiente cuando su novio se encontraba trabajando, la joven de 19 años se dirigió hasta el cerro que corona la Cueva de la Tía Petra en el municipio murciano y enterró en un tupper el cuerpo sin vida. Ella misma relata que no quiso quemarlo ni tirarlo a un contenedor de basura porque quería que el cuerpo del feto tuviese un lugar de responso y al que pudiese llevarle flores: "Estuve una hora cavando con un palo que encontré y puse unas piedras encima improvisando la tumba".
En cambio, la tumba improvisada fue desenterrada a los pocos días por un ciudadano que se encontraba paseando por el cerro y que se sorprendió al ver la montaña de piedras en el páramo. Al encontrar el tupper con el cuerpo sin vida del feto, este ciudadano decidió llamar al 112 y fue entonces cuando comenzó esta investigación.
La Policía consiguió dar con el paradero de la joven al preguntar en los centros de salud por alguna mujer embarazada que hubiese acudido para preguntar por los métodos que existían para interrumpir el embarazo.
Ahora, la Guardia Civil ha interrogado a la joven de 19 años para saber si detrás de este aborto y este enteramiento se esconde algún rito de santería. Por su parte, la joven murciana niega todas estas acusaciones, afirma sentirse destrozada y asegura que si hubiese sabido que estaba embarazada de un bebé de 6 meses no hubiese abortado jamás.
"Me han dicho que solo me multarán por un delito de aborto, con una sanción máxima de 24 meses", comenta la mujer de 19 años que asegura que "si no fuese porque tengo una hija, me daría igual morirme".