Cuando detuvieron a Josu Urruticoechea, su aspecto había cambiado mucho tras 17 años huido. Un guardia civil le reconoció, a pesar de estar especialmente delgado, entonces aseguró a los gendarmes franceses que se trataba de él. Una vez que los agentes se acercaron, el hombre les hablaba en francés, intentando confundirlos. Pero una vez que ellos le dicen su nombre, Josu Urruticoechea, él asiente y la emoción se les dispara a los Guardias Civiles.
Se ponen fin a 17 años de persecución, de detenciones frustradas en el último segundo. Esta vez han conseguido su objetivo a través de contactos de la familia de la mujer de Josu Ternera. Conocidos que le ayudaban y que, probablemente, ni sabían que era uno de los terroristas más buscados.
En este furgón ha sido trasladado esta mañana desde la prisión donde ha pasado su primera noche al tribunal correccional de París.