El magnate estadounidense Jeffrey Epstein, se suicidó supuestamente después de hablar con su novia por teléfono desde la cárcel. Sin embargo, durante esta conversación con su novia, al igual que con su psicólogo, nunca manifestó tener intenciones de suicidarse, sino todo lo contrario.
El condenado por abuso sexual infantil y tráfico de personas, le habría pedido a los funcionarios de prisiones poder llamar a su madre (fallecida en 2004), sin embargo, utilizó la llamada para hablar con su novia de Bielorrusia, de 30 años, horas antes de suicidarse, revela el informe de NY Times.
La llamada fue en realidad para Katyna Shuliak, de 30 años, y duró unos 15 minutos, según muestran los registros. En ella, el condenado no mostró ninguna intención de querer suicidarse, como supuestamente haría horas más tarde. Esta información desclasificada concuerda con el informe clínico que tenía su psicólogo de prisión, quien señaló que el preso llego a manifestarle directamente: "No tengo ningún interés en suicidarme. No me haría eso a mí mismo".
El preso llegó incluso a decirle durante otra evaluación psicológica pocos días después de llegar a la prisión que "estar vivo es divertido". El psicólogo escribió en su informe, que Epstein "estaba orientado al futuro", a pesar de que menos de un mes después, el 10 de agosto, el financiero se ahorcó con una sábana, según el médico forense.
Su muerte coincide con que pocas horas antes se publicó una serie de documentos previamente confidenciales en los que estaban plasmados los testimonios de algunas de las víctimas que le acusaban de haberlas convertido en "esclavas sexuales" para sus fiestas privadas cuando eran menores de edad.
Según declaraciones publicadas por un agente en el 'The New York Times', existía un protocolo que debían seguir los guardias para comprobar cada media hora cómo se encontraba el preso, pero las informaciones del procedimiento apuntan a que este no se siguió en la víspera de su muerte. También detalla que a las dos semanas del intento de suicidio se le retiró la vigilancia especial y se le permitió estar a solas en una celda.
Estas incongruencias, sumadas a los documentos que vinculan al magnate con las élites políticas, financieras, aristocráticas y académicas de EEUU y Europa, son el caldo de cultivo perfecto para todo tipo de teorías de la conspiración.