Isolina Grandón, una mujer centenaria de Maipú, en Chile, ha puesto contra las cuerdas a la burocracia de su país. A pesar de su avanzada edad, Isolina bajó al supermercado a comprar un filete de pollo para hacerse la comida, pero al llegar a la puerta un guarda de seguridad del establecimiento le negó la entrada por no llevar impreso un documento para circular en medio del confinamiento por la pandemia que se obtiene a través de Internet.
En este mundo tan tecnologizado, la falta de habilidades digitales o, simplemente, el no disponer de una conexión de Internet, supone una muralla infranqueable para muchos ciudadanos como Isolina.
Isolina se topó a la entrada del supermercado con una agente de seguridad que le exigió el permiso de desplazamiento para poder acceder al local. Tras explicarle que no lo tenía y que solo quería comprar una filete de pollo para prepararse su almuerzo, el vigilante mantuvo su actitud de rechazo.
“Voy solamente a comprar el alimento para el almuerzo, voy a comprar una pechuga de pollo”, con estas palabra intentó una y otra vez superar ese muro infranqueable de supone una decisión ajustada a las normas pero completamente deshumanizada.
El incidente no pasó desapercibido para muchos clientes presentes en el establecimiento que ante la situación decidieron ayudar de forma solidaria a Isolina hacerle la compra que el vigilante le negaba.
Los vecinos de Isolina han contado a los medios de comunicación que la anciana se ha quedado recientemente sola tras morir por covid-19 una hermana con la que convivía.
Walmart, la empresa propietaria del local ha lamentado lo ocurrido aunque ha defendido la actitud de su personal a través de una nota en la que afirma que "entendemos que pudo pasar algunos inconvenientes. Sin embargo, el hacer excepciones en la actual situación puede tener graves consecuencias para la salud de las personas".
Una postura que ha sido también defendida por la patronal chilena de los vigilantes de seguridad que mantiene que el trabajador se limitó a cumplir con las normas dictadas por el Gobierno para evitar el aumento de contagios en el país.
No obstante, todos reconocen que no se hizo todo lo posible por ayudar a Isolina ya que el personal del establecimiento podía haberle ayudado con su compra o, incluso imprimirle el salvoconducto que habría evitado esta situación.