Hoy en Murcia, las casi doscientas personas que se han congregado para pedir justicia por el fallecimiento de Sara Gómez, han guardado un respetuoso silencio, precedido por lágrimas de dolor y tristeza y que ha terminado con un grito unánime de sus amigos, familiares y seres queridos allí congregados.
Todo porque Sara perdió la vida cuando se sometía a una liposucción el pasado 2 de diciembre. Cirugía que duró más de lo esperado, y después de horas ingresó “sin sangre, con múltiples e incontables perforaciones en sus órganos, con otros golpeados, contusionados y dañados y los riñones que ya no volvieron a funcionar”, según Rubén Gómez, su hermano, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General Universitario Santa Lucía de Cartagena.
Falleció un mes después. “Fueron muchas horas, desde las ocho de la mañana, hasta las siete de la tarde. Hay muchos interrogantes para saber que paso. Quiero ser cauto y prudente, pero a lo mejor no es negligencia, sino un dolo eventual”, apunta Rubén.
Es decir, el médico sabría que podía causar daño, sabría lo que hacía, se podría enfrentar a treinta y siete años de prisión. “Confiamos en la justicia, descansamos en la justicia y nos sometemos a la justicia, ni más ni menos”.
Por su parte, Nora Gómez, su hermana se pregunta; “¿qué paso en ese momento del quirófano?” y apostilla, “vamos a pedir justicia”, casi sin aliento, como pueden sacaran fuerzas, “es que no puedo hablar”, para seguir luchando por Sara.