La última víctima de la violencia machista ha puesto de manifiesto, una vez más, fallos en los protocolos de protección. El asesinato de Sagunto, el caso de una mujer apuñalada después de haber pedido ayuda, evidencia la necesidad de más recursos contra la violencia de género. También deja claro que las ordenes de alejamiento no siempre son eficaces. En este caso el asesino además se quitó la vida.
El poder judicial considera el asesinato machista de Soledad, un fallo del sistema. Uno más habría que decir. La falta de denuncias y los fallos cuando estas se producen y los controles a los agresores no son suficientes son un cóctel mortal. Muchas mujeres reciben la presión del control, de la llamada, cuando son los agresores los que deberían ser los que sientan el control de la justicia. Todo el peso del control recae ahora en la mujer, como denuncian algunas asociaciones, que consideran que es la mujer la que se siente observada y no el acosador.
Ángeles Carmona, la presidenta del Observatorio contra la violencia doméstica y de género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) destacaba hace pocas fechas el éxito de las pulseras de control que han pasado de una media de 700 dispositivos a 2.226 en la actualidad. "Están salvando vidas, no ha habido ningún asesinato de mujeres con con dispositivo". Pero no parece suficiente. Carmona ha dejado claro que no nos podemos permitir que una persona que pidió ayuda acabe muriendo. "El sistema ha fallado todos los asesinatos son fallos del sistema".
Soledad denunció al hombre que fue su pareja solo 8 días antes de que la matara. La Guardia Civil valoró como bajo el riesgo de sufrir violencia , la policía nacional lo ratificó. Se critica ahora que se valorara el motivo puntual de la denuncia y no el rastro violento del agresor.
Joaquín Bosch, magistrado, aclara que lo que se mide informáticamente es que si en situaciones parecidas anteriores se produjo un asesinato. Y cuando no es así, es la respuesta.
En este terrible caso, el hombre salió del juzgado de Sagunto con una orden de alejamiento que no lo disuadió. A Soledad podría haberle ayudado la valoración forense, o los dispositivos electrónicos de control
Como señala Chelo Cebolla, asesora jurídica de la asociación de Alanna, considera que debería ser el agresor el que tuviera el control y el paso de la vigilancia y no las mujeres, que acaban siendo las observadas.
El asesinato machista de Soledad es un fallo del sistema, que no invalida el valor de la denuncia. Según el Ine en 2020 hubo 29.135 hombres denunciados por violencia machista con orden de protección o cautelares por lesiones y amenazas. Medidas para proteger a más de 29 mil mujeres.