Este jueves por la tarde se va a enterrar a Erika, la niña de 14 años asesinada en Oviedo. La ciudad sigue conmocionada por este brutal crimen a manos de un vecino de 31 años, que al parecer la acosaba. En su colegio le han realizado un emotivo homenaje y en su esquela, su familia se ha referido a la menor como "nuestra chiquitina" y en ella aseguran que "un ángel subió al cielo".
Decenas de vecinos de Oviedo, integrantes de la corporación local y trabajadores municipales y diputados del parlamento asturiano han participado este miércoles en una concentración de repulsa por el asesinato de la menor.
Entre los asistentes a la concentración estaban el jefe del Ejecutivo asturiano, Adrián Barbón; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y el presidente del parlamento asturiano, Marcelino Marcos Líndez, que hizo un receso en el pleno que se celebraba este miércoles para que los parlamentarios pudieran unirse a la concentración.
Tras admitir que ayer se quedó en "shock" al conocer el crimen, Barbón ha confiado en que "la investigación vaya a todo ritmo, que se enjuicie al culpable y que la condena sea la mayor posible dentro del limite que establece la ley.
La pequeña fue apuñalada cuando volvía del instituto este martes en el barrio de Vallobín. Ahora, se investigan los antecedentes del presunto autor, el hombre de 31 años detenido. El arrestado, sobre el que además pesan antecedentes por acosar a varias menores, permanece ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde fue derivado tras su detención para ser atendido de las lesiones que se habría autoinfligido tras el crimen, sin que su estado revista ya de gravedad.
El detenido llevaba apenas tres semanas residiendo en un piso de la primera planta del número 69 de la calle Vázquez de Mella, en el barrio ovetense de Vallobín, donde Erika vivía con su familia, de origen ecuatoriano pero residente en España desde hace décadas, tres pisos más arriba.
El crimen fue cometido cuando la joven regresaba del instituto para comer con su familia que, según relataron algunos vecinos, se alarmó cuando Erika no subió a la vivienda tras haber llamado al telefonillo desde el portal para acceder al inmueble.
Fue uno de los hermanos de Erika el que, al bajar a buscarla, se encontró en el rellano con un reguero de sangre que conducía hacia el interior de un piso de la primera planta en el que residía el detenido.