Las ciudades despertarán del letargo en breve. Ya comienzan a hacerlo, de hecho. Pero a partir de aquí, es tierra desconocida.
Todo pequeño gesto quedará bajo sospecha un tiempo. Caricias y abrazos restringidos. Y el sexo más allá de la pareja seguirá pareciendo una aventura arriesgada.
Incluso aunque se trate de ficción. El cine y la televisión tendrán que reinventar sus rodajes para este año.
Las discotecas planifican ya cómo abrir con seguridad, algo complicado. En China, salvo en Wuhan, lo han hecho con mascarillas, desinfecciones continuas y aplicando controles de temperatura.
También algunas peluquerías allí se las han ingeniado para garantizar los dos bienes más preciados en nuestras sociedades: seguridad y confianza.
Respetar la distancia social en estadios y conciertos será uno de los mayores retos. Los cambios deberán ser también radicales en la industria de la alimentación, desde la producción a la distribución.
En cuanto a las playas, en Italia fantasean ya con tomar el sol separados con esta especie de mamparas. Una solución que también podría aplicarse en las barras de bar y en las terrazas. Donde algunos plantean ya con humor métodos expeditivos como estos.