Ángel recorre el pasillo de su casa una y otra vez. Ese por el que durante años, y con la ayuda de una grúa, movía a María José diariamente. Ahora, en lugar de cansancio, este hombre de 70 años siente emoción. La ley de la eutanasia por la que tanto luchó ya es una realidad.
En la mesa del salón hay un pin que resume los sentimientos de Ángel. Sobre la imagen de una joven María José, dos palabras. ‘Lo conseguimos’. Y así es, lo han logrado. El reconocimiento público de que él ayudó a morir a su mujer puso de nuevo sobre la mesa el debate de la eutanasia. Y logró llevar al Congreso más de un millón de firmas pidiendo su despenalización. El movimiento ya era imparable. Hasta llegar a este 17 de diciembre, el día de la aprobación de la ley.
Pregunta: ¿Cómo estás, qué sientes el día en el que esta ley ya es una realidad?
Respuesta: Estoy muy feliz y muy emocionado. Me acuerdo de María José y de todo lo que ella y yo hemos pasado para llegar hasta aquí. Me habría encantado que estuviese hoy viva, a mi lado, para contárselo. Para decirle que por fin se había aprobado la ley. María José habría estado inmensamente feliz. Primero por ella, porque un médico la habría ayudado a morir, sin tener que hacer lo que hicimos. Y segundo, por mí. Porque a ella siempre se le quedó en el corazón la preocupación de lo que me podía pasar desde un punto de vista penal. Así que con la ley aprobada se podría haber ido más tranquila de lo que se fue.
P: Porque has estado volcado con la aprobación de la ley desde que María José murió…
R: Desde antes de su muerte. Porque ella y yo ya hablábamos de que todo lo que estábamos haciendo tenía que merecer la pena y teníamos que llegar a eso que buscábamos. La aprobación de la eutanasia en España. Ya sabíamos que para María José era tarde, pero no para muchos otros. Por eso hoy es un día importante no solo para mí. También tiene que serlo para todo el país. Es una ley que no va a obligar a nadie, pero que sí va a permitir no alargar la terrible agonía de otros muchos que tienen un dolor insoportable, como el que tenía María José.
P: ¿Este día supone el final de tu lucha?
R: El compromiso que yo adquirí con María José está cumplido. Y a partir de hoy, me toca hacer el duelo que todavía no he hecho. Este ha sido mi propósito vital. Yo no he querido desprenderme de ella en todo este tiempo porque tenerla presente en mis pensamientos me obligaba a seguir en la lucha. Pero ya es hora de dejar que María José se marche. No la olvidaré nunca pero es el momento de hacerlo.
P: ¿En qué o en quién has pensado esta mañana al levantarte?
R: Pues es que realmente no he podido dormir nada. Estoy tan emocionado estos días que no he pegado ojo. Me he levantado de la cama a las cuatro de la mañana porque ya no podía más. He paseado por el pasillo, por el que tantas veces he traído y llevado a María José. He pasado por delante de su habitación… La casa la tengo igual que cuando ella se marchó. No he quitado nada. Y por supuesto, a ella siempre la tengo en mi cabeza. A cada momento. Y hoy, mucho más.
P: ¿Qué te parece la ley y sus puntos clave?
R: Me parece que es una buena ley, que va a permitir aliviar el dolor insoportable de mucha gente que hasta ahora no podía hacerlo. Imagino que según vaya evolucionando habrá que ajustar algo o cambiar alguna cosa, pero sobre el papel creo que es una muy buena ley. Ahora en lo que tenemos que centrarnos es en que las comunidades autónomas la cumplan y que no busquen recovecos para saltársela.
P: La aprobación de la ley, ¿cambia en algo tu situación penal?
R: Nada, mi situación sigue siendo la misma. Tendré que ir a juicio, y además me juzgarán como si fuese violencia de género. Es indignante. Pero estoy pensado que si al final llegamos a juicio oral, a lo mejor no me presento. Porque si de verdad digo todo lo que pienso, a lo mejor me detienen por desacato. Así que estoy sopesando mucho si presentarme o no.
P: María José ha sido tu compañera de vida, ¿qué te gustaría poder decirle hoy?
R: Pues le diría, María José, mi amor, lo hemos conseguido. Desde marzo estoy prácticamente encerrado en casa. Sólo salgo a comprar comida. Tenía miedo de coger la covid y no poder cumplir mi promesa con ella de que llegaría vivo a este día, al de la aprobación de la ley. Así que le diría eso. Lo hemos logrado.