Continúa la agonía en el Mar Menor y la situación, lejos de mejorar, se ha agravado tanto en las últimas horas que ya hay siete playas cerradas al baño. En total, en solo una semana se estima que como mínimo se han recogido 500 kilos de peces muertos.
La destrucción del Mar Menor es la mayor catástrofe ecológica de nuestro país. Por ello, el Gobierno regional pide que sea declarada como “zona gravemente afectada”.
En el lugar se mezcla la consternación y las protestas de los vecinos, --que ven cómo siguen faltando soluciones ante un grave problema arrastrado desde hace años--, con las quejas de los turistas. Unos y otros graban las imágenes y contemplan atónitos cómo la mayor laguna salada de Europa, un ecosistema único, se ha convertido en un escenario dramático: “Huele fatal, a podrido, es una charca. Es una pena, esto era único”, denuncian.
La demoledora situación supera ya a las tragedias vividas años anteriores, porque el ecocidio continúa día tras día.
“Llevo cinco años sin bañarme en el Mar Menor por la situación. Es una pena”, cuenta un vecino de la zona. El mar sigue vomitando miles de cadáveres hacia la orilla; los peces no dejan de morir. Más de cuatro toneladas y media han sido recogidas por pescadores y voluntarios que de forma improvisada se afanan por salvar el que hace una semana era su paraíso particular.
Las imágenes aéreas de la zona dan cuenta de la magnitud del desastre. Desde lo alto se aprecia la enorme mancha verde que cubre las aguas; una bolsa tóxica donde han muerto ya esas cuatro toneladas y media de peces por falta de oxígeno. La cuestión, en este punto, es cómo ha podido ocurrir esta catástrofe medioambiental en tan solo siete días.
Analizando la zona, se aprecia cómo por algunas ramblas de la zona se vierten cada día 30 millones de agua dulce llena de nitratos que van a parar al Mar Menor.
Si desde el aire la imagen impacta, sumergiéndonos en el agua las imágenes captadas son todavía más dramáticas, con todo tipo de animales muertos.
La zona de la catástrofe ecológica está en medio entre el punto donde se vierten los fertilizantes y el lugar donde se unen los dos mares (Mar Menor y Mediterráneo). La explicación científica es clara: “Tenemos muy claro que es un episodio de anoxia promovido por las entradas de nutrientes”, señala Juan Manuel Ruíz, investigador del Centro Oceanográfico de Murcia. Esto es, falta oxígeno, y el Gobierno de Murcia propone drenar la entrada de agua del Mediterráneo, pero la competencia de ese canal no es suya, es del Ministerio de Transición Ecológica, que también es responsable de los vertidos.
“Solicitamos que mañana se estudie en el Consejo de Ministros la situación del Mar Menor como un espacio que ha sufrido una emergencia de protección civil”, pide Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia.
Regular la actividad agrícola sí es competencia de la comunidad, aunque los agricultores tienen otra versión: “Quitar la gran mayoría de los regadíos ilegales que existen”, afirma José Manuel Muñoz, de Ecologistas en Acción, aunque los agricultores tienen otra versión: “Un metro cúbico de fecales contamina más”, señala por su parte Salvador Mellinas, delegado COAG.
Las aguas fecales dependen de los Ayuntamientos, así que aquí confluyen tres administraciones distintas que no se comunican entre ellas ni siquiera después de ver el desastre.