Llegaron para quedarse y sus posibilidades, con cada avance de la técnica, no dejan de sorprendernos. Máxime cuando el 5G está a la vuelta de la esquina, dejando ver un extraordinario abanico de posibilidades en lo que se refiere a la velocidad en la transmisión de datos; la rápida difusión de información y sus aplicaciones. Con ello en el horizonte, los drones se han convertido en herramientas fundamentales para poder llegar donde el humano no alcanza.
Utilizados habitualmente para trabajos relacionado con la fotografía, la agricultura de precisión, la revisión de infraestructuras, la ayuda humanitaria, la conservación medioambiental, así como las producciones audiovisuales y distintas actividades de ocio, los denominados por los expertos como RPAS (Remotely Piloted Aircraft System), es decir, sistemas aéreos operados de forma remota, –en el caso de que se incluya el aparato y el sistema de control–, se han convertido en una herramienta versátil y verdaderamente útil en numerosas facetas del ámbito civil. También para una tarea tan compleja y tan trascendental como es la búsqueda de personas desaparecidas.
Así lo refleja José Luis Calvete Aguilar, oficial del Servicio de Bomberos de la Diputación Provincial de Zaragoza y experto en drones, quien también colaboró en el desarrollo del ‘Manual de Búsqueda y Salvamento Terrestre’ de José Vicente Romero, bombero de Navarra y experto en metodología de búsqueda; Manuel Jabalera Rodríguez, técnico del Grupo de Emergencias de Andalucía (GREA); y Robert Koester, una eminencia internacional en el sector, –conocido como ‘el profesor Rescue’ en EEUU y apodado por éstos de forma cercana como ‘el Messi de las búsquedas’, que ayudó en el importante proceso de acercar la metodología internacional de búsqueda a nuestro idioma.
“Todos los recursos son importantes en función de para qué los necesitemos”, explica José Vicente Romero a Informativos Telecinco, comparándolo con una caja de herramientas de una forma muy clara e ilustrativa: “Si yo tengo un martillo o tengo un destornillador... ¿qué es mejor? Depende de lo que quiera hacer. Buscadores a pie, perros, rastreadores, drones... Cada uno de los recursos tiene un grado y un rango en el que es óptimo y un rango en el que es pésimo o nulo”, subraya.
Sin embargo, es cierto que los drones, por sus enormes capacidades, están llamados a convertirse en una “herramienta indispensable”, siendo muy útiles, no solo para la propia operación de búsqueda, sino también para la planificación, que es la parte clave en todo el proceso, tal y como apunta José Luis Calvete, quien también ha atendido a Informativos Telecinco para ahondar en la materia.
Haciendo una comparación con los helicópteros, explica José Luis, las primeras ventajas con las que uno se encuentra a la hora de hablar de los drones en el marco de la búsqueda de desaparecidos tiene que ver, primero, con el hecho de ser una aeronave no tripulada, algo que, a su vez aporta ventajas a nivel de seguridad: elimina, evita, previene o minimiza riesgos en caso de posibles accidentes. El ejemplo más obvio: si el dron se cae, las pérdidas a lamentar son materiales, porque dentro no va nadie, como sí ocurriría en un helicóptero.
Así mismo, “los drones tienen ventajas no solo en lo que es el proceso de búsqueda en sí mismo” sino que además “también tienen mucho que decir en cuanto a la organización de la búsqueda”. Es decir, gracias a ellos “puedes hacer una evaluación del escenario y detectar donde hay una zona boscosa, un lago…”, distintos puntos de riesgo o puntos de acceso por donde es mejor abordar un descenso o un salvamento; esto es, permiten obtener una información, además de útil, actualizada, a diferencia de las imágenes que puedes conseguir a través de aplicaciones como Google Earth o Google Maps. De ese modo, con la información recabada, el planificador o los directores de la búsqueda pueden tener datos muy valiosos para intentar determinar “qué recurso es más óptimo en cada zona”.
Por otro lado, otra ventaja significativa es la que se refiere a los costes, teniendo opciones económicas, aunque los modelos más avanzados, con autonomías que “llegan incluso a las 3 horas”, pueden llegar a tener precios muy elevados, “de entre 40.000 y 60.000 euros.
Del mismo modo, la capacidad de despliegue es otro de sus puntos fuertes: puedes desplegarlos rápidamente, y eso es fundamental a la hora de acometer una tarea donde se libra una lucha contra reloj.
Pero si los drones tienen sin duda una gran valía para la búsqueda de desaparecidos es, más que por el dron en sí, por las tecnologías, dispositivos o ‘gadgets’ que lleva incorporados. Ahora, el avance de la técnica les dota de cámaras de calidad 4k, cámaras termográficas y sensores que hacen que, en definitiva, la información que recogen y aportan sea, no solo cuantiosa, sino además de calidad; un punto muy importante, porque “si la cámara es buena, simplifica bastante” el proceso, como apunta José Luis Calvete.
Además, gracias a esos dispositivos añadidos, pueden, por ejemplo, enviar vídeo en tiempo real, y transmitir las imágenes a los puestos avanzados, donde son muchos ojos los que pueden estar analizándolas en busca de pistas o cualquier punto de interés.
Como toda herramienta, los drones tienen sus ventajas y sus limitaciones. Por eso, aunque sean ya una herramienta clave en determinados escenarios, ello no significa necesariamente que sean “la panacea” o “la solución a todo”.
Entre sus hándicaps más significativos, como en tantos dispositivos móviles, el principal que nos encontramos es el de la autonomía. Algunos no exceden los 20 minutos, o apenas alcanzan la hora, por lo que se hace necesario llevar baterías de repuesto y tener que traerlos de vuelta para intercambiarlas.
Por otro lado, hay ciertas zonas en las que, efectivamente, no son óptimas. El caso práctico más claro es el de una búsqueda en zonas con gran cantidad de árboles. En ese supuesto, la mayoría de las imágenes estarían teñidas por sus copas, por lo que no resultaría eficiente su uso.
Si las condiciones no son buenas, a veces no pueden desplegarse los drones. Por eso, “uno de los aspectos que se valoran antes es el estado de la meteorología a 24 o 48 horas”.
Del mismo modo, la propia normativa sobre el uso de drones establece algunas limitaciones hoy necesarias para preservar la seguridad, pero que quizás mañana, con los avances de la técnica, estén sujetas a modificación. “Legalmente, el dron es una aeronave. Si pasa cualquier accidente el dron puede estar considerado del mismo modo que un helicóptero. Entonces, le afectan las mismas normas, tanto el Reglamento de Circulación Aérea, como el Real Decreto de 1036 de 2017, que es el decreto que regula los drones”. En ese Real Decreto se pone “un escenario habitual de vuelo”, en donde se indica, entre otros, “no volar a más de 120 metros de altura; volar siempre con el dron a la vista; no alejarlo como mucho más de 500 metros; no volar sobre núcleos urbanos y sobre aglomeración de personas, además de no volar a 8 o 15 kilómetros de un aeropuerto en función de las medidas del aeropuerto”; unas condiciones básicas de seguridad.
Por último, otro problema que plantean y que merece mención es el relativo al llamado ‘big data’. Es decir, la enorme cantidad de información que genera el dron. Gigas y gigas en vídeo e imágenes que luego tienen que ser analizadas, enviadas a otros puntos como los puestos de mandos, y procesadas; una tarea que a veces puede ser muy lenta, y, de hecho, en un extremo, puede llegar a ser incluso contraproducente.
Por eso, el piloto o el binomio piloto–operador de la cámara debería ser, además, “gestor de la información”. Es decir, “que tenga la capacidad de convertir esos datos en forma de vídeos o forma de fotos en una información más procesable por el director de la búsqueda. Porque si estás allí es para simplificar, no para complicar la existencia de la gente”.
En el futuro lo que se prevé es precisamente que se trabaje en ir subsanando y puliendo esas limitaciones para que los drones sean herramientas todavía más eficientes.
Así, además de esperar numerosas mejoras en la autonomía, cabe aguardar a importantes avances también en lo que se refiere al campo de la inteligencia artificial, es decir, en que todo aquello que tiene que hacer ahora el ojo humano lo haga la tecnología por nosotros, agilizando enormemente el análisis y los tiempos de respuesta.
Igualmente, se esperan avances en lo que se refiere a la tecnología de las herramientas y la “coordinación del espacio aéreo” para que los drones puedan ser una aeronave más al 100% y convivir, siempre dentro del marco de seguridad internacional, con aeronaves tripuladas, dado que ahora cuando vuelan estas últimas el dron no puede volar.
Finalmente, apunta José Luis, “el 5G tendrá mucho que decir” en lo que se refiere a lo que está por venir en un futuro cada vez más inmediato.
“A la hora de pilotar los drones, probablemente los puedan pilotar a través de ese canal de información. Ya no hará falta el radio enlace que empleamos ahora, sino que el dron llevará su conexión 5G y desde un puesto de mando podrías opera en la zona donde ha habido el siniestro”.
Del mismo modo, con el salto de velocidad que supondrá, se espera que provoque que todo sea más rápido, de tal modo que la información pueda llegar a máxima calidad en menos tiempo a su destinatario. Así que el 5G también será vital en la búsqueda de personas.