Dependiente del Ministerio del Interior, el Centro Nacional de Desaparecidos es un organismo “pionero en Europa” para coordinar de forma “efectiva y permanente” el sistema de personas desaparecidas empleado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Con este propósito, actúa como “punto de contacto para el desarrollo de las medidas de cooperación con las Administraciones Públicas y otras instituciones y organizaciones públicas y privadas, tanto nacionales como internacionales”.
En el seno de este órgano de gestión de trascendental importancia para ayudar a localizar a las personas desaparecidas, así como para servir de apoyo a las familias de las mismas, se encuentran trabajando “nueve personas”, –incluyendo al director del CNDES–, especialmente cualificadas. Todos son componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil, y entre ellas se encuentra Rosa María Touris, teniente de Guardia Civil, quien ha explicado a Informativos Telecinco cómo es el funcionamiento del organismo y cómo es trabajar en él.
Según los datos extraídos del informe ‘Personas desaparecidas en España 2019’, desde el año 2010 han sido 176.063 las denuncias recibidas relativas a desapariciones, –el 66% de menores–, siendo 12.330 las que permanecían activas al comenzar este año.
Más allá, y en términos generales, la serie histórica refleja un ascenso casi continuo en el número de denuncias, siendo el último año registrado, el de 2018, el que más posee en todo el intervalo de tiempo. Son alrededor de 21.000 las denuncias que se realizan cada año en nuestro país por desapariciones sin motivo aparente.
En este contexto, el propio CNDES, considerando el gran volumen de llamadas que reciben diariamente solicitando su ayuda, detecta un aumento de la actividad. “Nos demandan cada vez más”, explica Rosa María.
Con “muy poquitos componentes” en un primer momento, el Centro Nacional de Desaparecidos lleva trabajando “desde el inicio de 2017”, –año en el que se publica el primer ‘Informe de personas desaparecidas’–, si bien no es hasta el 5 de febrero de 2018 “cuando se aprueba la instrucción de creación del centro como tal”. Desde entonces, se puso plenamente en marcha este órgano cuya misión “no solamente es apoyar, hacer un seguimiento y llevar a cabo la coordinación en caso de las desapariciones que se producen dentro de nuestro territorio”, sino que además, también trabaja desarrollando sus funciones prestando ayuda en casos “que se producen fuera, en países extranjeros”.
Actuar como un observatorio del fenómeno de las desapariciones; llevar a cabo la emisión, gestión y difusión a nivel nacional e internacional de avisos, alertas o peticiones de colaboración a la población; impulsar la coordinación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las asociaciones representativas de los familiares y personas allegadas de desaparecidos, así como con otras instituciones públicas y privadas y los medios de comunicación; elaborar instrucciones y protocolos en esta materia; realizar propuestas de reforma legislativa para mejorar los instrumentos y herramientas de investigación de casos de personas desaparecidas; elaborar, difundir y publicar información de forma periódica de carácter general o estadístico; y constituirse como punto de contacto nacional entre otros organismos nacionales e internacionales… son las funciones principales del centro, especificadas dentro de su página web. En ella, distintas publicaciones aportan información muy valiosa, entre las que se encuentran un protocolo de actuación ante desapariciones, guías psicológicas y material de atención, protección y orientación a familias de personas desaparecidas, entre otros.
Angustia, incertidumbre, miedo, dolor, pena, pesar, desesperación, rabia, desesperanza, desolación… son solo alguna de las emociones y sentimientos que experimentan los familiares de las personas desaparecidas, sumidas en una situación sumamente dura y compleja que no solo merma psicológicamente a quien está sufriendo la ausencia de un ser querido sin razón conocida o aparente, sino también físicamente. Quienes trabajan con ellos para ayudarles, para servirles de apoyo en los momentos más duros y para arroparles, también viven y sufren con ellos ese proceso.
"Una de las patas del Centro Nacional de Desaparecidos es un departamento de atención a familiares. Nosotros tenemos una línea directa abierta. Está 24 horas. Incluso hemos tenido llamadas de madrugada. También nos apoyamos y ayudamos mucho de las asociaciones de personas desaparecidas, que muchos tienen psicólogos y tienen mucha experiencia. Muchos son familiares, personas que han pasado por esa experiencia. Trabajamos mucho con ellos y también nos ayudan en esa tarea. Tenemos una relación muy directa y estrecha, pero también trabajamos directamente con las familias. Incluso las asistimos aquí personalmente. Tenemos reuniones con ellas, físicamente o telefónicamente; hacemos seguimientos; les llamamos en algunos casos; dependiendo de la situación”, explica Rosa María Touris.
“Hablar con los familiares de personas desaparecidas es una tarea que no es sencilla”, cuenta. “Como nuestra formación ya nos indica siempre, intentamos empatizar pero desde un punto de vista cognitivo y no emocional. Es decir, intentamos coger esa distancia que evidentemente nos permita razonar y trabajar como lo que somos; como policías y guardias civiles”, explica, puntualizando que, pese a ello, hay momentos en los que inevitablemente los casos con los que trabajan llegan a afectarles personalmente. “No dejamos de ser personas”, subraya, antes de incidir en que, pese a todo, deben “intentar siempre”, –tal como les han preparado en la academia y en sus ámbitos de formación– “adquirir una serie de habilidades para poder trabajar esa inteligencia o esa empatía más cognitiva y no emocional”. Todo para que no llegue a afectarles “de manera tan personal”, sin que eso signifique “deshumanizarlo”, porque “no es así”. "Nuestro trabajo es un trabajo policial, de apoyo y ayuda, pero evidentemente tenemos que mantenernos como profesionales que somos", explica Touris.
Las emociones se contagian, y por eso, en momentos tan difíciles, frente a la desolación y situación de desespero de los familiares, ellos, como el resto de profesionales implicados en ofrecer apoyo psicológico, han de saber mantener esa ‘distancia’ profesional con el fin de ser ese apoyo sobre el que mantenerse mientras dure el proceso de búsqueda.
"En nuestra formación nos preparan para estas situaciones a nivel psicológico para el tratamiento con víctimas, con menores... a prácticas de escucha activa; a poder trabajar con ello pero intentando buscar esa distancia", cuenta Touris.
Como en cualquier ámbito, pero especialmente en este contexto, ante los “momentos más delicados” y determinadas circunstancias, los profesionales también sienten necesidad de buscar apoyo. En el trabajo, compañeros y jefes son el más inmediato, y por eso Touris destaca la importancia de “los equipos de trabajo” a la hora de buscar distintos enfoques u opiniones que puedan “ayudar en un momento determinado” a la hora de tratar cada caso. Fuera de él, –fuera del entorno laboral–, son lo que denominan “rituales de limpieza” lo que les sirve para evitar el desgaste emocional y el estrés:
“Cuando llegas a casa intentas desconectar o te vas con amigos que no tienen nada que ver con el ámbito. Haces actividades diferentes; deporte u otro tipo de actividades que te alejan. Intentas desconectar como cualquier ser humano. Intentas que ese desgaste no sea un desgaste emocional que al final te lleve a una situación incluso de estrés”. “Creo que como todos los profesionales buscamos esos mecanismos; cada uno dentro de sus gustos o de sus preferencias o hobbies particulares. Siempre hay que buscar esos 'rituales de limpieza' o esos elementos de escape", explica.
En los casos relativos a personas desaparecidas y la labor de localización de las mismas, tanto los investigadores y las autoridades involucradas en el caso como las familias afectadas asumen desde el primer momento una premisa básica y fundamental: las primeras horas son cruciales. Por eso, se insiste en desterrar el mito de que tengan que pasar 24 horas para denunciar una desaparición. Y por eso, en cada búsqueda de un desaparecido se libra una lucha contrarreloj donde cada minuto, cada hora, cada día que alarga la espera por encontrarle multiplica la angustia. En este contexto, son múltiples los medios involucrados que trabajan conjuntamente por resolver la desaparición, y por eso es de crucial importancia tener un centro encargado de coordinar cada esfuerzo. También los medios de comunicación, entre otros organismos, debemos ocupar un papel importante y responsable en la difusión de la información veraz y precisa que contribuya a esa ayuda.
"A veces sí vemos noticias que no son del todo reales, y ficticias. Se dicen informaciones que no eran ciertas”, apunta Touris, quien además subraya, al ser preguntada sobre la proliferación de bulos a través de las redes sociales, que “los medios de comunicación deben sancionar de alguna manera esas actitudes”. "Desde la misma prensa deberían ser críticos, porque esos bulos afectan a la imagen de la prensa, cuando la prensa no es así en general. O las redes sociales no están para eso en general, sino que tiene muy buenos beneficios y cuestiones muy positivas. Entonces, un poco la labor es ser críticos con esos aspectos desde las mismas redes o desde los mismos actores que son los que trabajan con esos mismos instrumentos", subraya.
Reconociendo que se han topado con “algún tipo de bulo a través de las redes sociales”, Rosa María Touris apunta que éstos “rápidamente suelen resolverse”. Donde pone el foco, sin embargo, es una gravísima práctica tan cruel como dañina y dolorosa para las familias: “De lo que sí tenemos constancia es de que, por ejemplo, con casos reales de personas desaparecidas, con familiares... hay personas que tratan de explotar esa situación. Ahí sí que nos encontramos con varios casos. Nos han llegado personas que tratan de explotar esa situación de vulnerabilidad y desesperación en la que están las familias, que evidentemente harían todo lo posible, como cualquier persona, a la hora de buscar o localizar al desaparecido. Ahí sí que hemos detectado personas que tratan de aprovecharse de esa situación. Y eso es lo triste", denuncia.
Esas actitudes, esas prácticas, señala, son “lo que más daño hace”. “Esas personas que tratan de explotar esa situación de vulnerabilidad en la que se encuentran, de desesperación; de no saber qué hacer; ante familias que intentan acudir a donde sea para buscar una solución”. “La solución es encontrar, o saber qué ha pasado o donde está la persona, –el familiar desaparecido–, y cómo está", recalca.
Para esto último, es también imprescindible contar con una sociedad implicada; una sociedad responsable que “colabore y ayude en la medida que pueda, y cuando no, que sea muy crítica y no ayude a que esas acciones (la de difundir bulos o aprovecharse de la situación de los familiares, entre otras) se propaguen y no hagan más daño del que pretenden”.
Teléfonos a los que acudir ante una desaparición:
Te puede interesar: