El dolor crónico está relacionado con la aparición de alteraciones psíquicas, ha destacado la doctora Laura Ferrando, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Nuestra Señora del Rosario (Madrid), quien ha añadido que entre el 60 y el 85 por ciento de los pacientes que sufren dolor crónico desarrolla un cuadro depresivo severo.
El dolor crónico, aquel que persiste durante más de tres meses, representa un grave problema de salud pública que afecta al 40 por ciento de la población general y al 38 por ciento de los adolescentes. Su afección repercute en la esfera emocional, lo que puede favorecer la aparición de depresión, ansiedad o trastornos cognitivos, como dificultades de concentración, trastornos de la memoria y el aprendizaje o alteración en la toma de decisiones.
"La alteración de conducta más frecuente en los pacientes con dolor crónico es la anhedonia, o sea, la incapacidad de sentir placer por las cosas satisfactorias", ha destacado la doctora.
Así, ha explicado que la depresión, o la ansiedad, y el dolor crónico tienen una relación bidireccional, ya que inducen modificaciones neuroplásticas comunes. Asimismo, afecta al sueño, ya que hasta un 80 por ciento de individuos que lo padecen sufre alteraciones del mismo. Lo mismo ocurre en el sentido contrario, un 50 por ciento de quienes sufren insomnio ha asegurado sufrir también dolores crónicos. Por otra parte, la experta ha señalado que puede ser consecuencia de la dependencia de fármacos u otras sustancias psicoactivas por el autotratamiento o el mal uso de estos productos.
En este sentido, existen determinados factores psicosociales como el malestar emocional, las experiencias traumáticas, el trastorno por estrés postraumático, el pesimismo o la percepción negativa por el entorno que pueden influir de manera negativa en quienes sufren dolor crónico. No obstante, existen otros factores que lo hacen de manera positiva como la autoconfianza, el optimismo o la percepción positiva por el entorno.
Por ello, la experta ha concluido que "cada vez es más necesario considerar y tratar el estado emocional del paciente para poder combatir el dolor crónico".
El hombre y la mujer no se comportan igual ante el dolor, ha destacado la doctora Ferrando, quien ha añadido que la mujer presenta una mayor sensibilidad, por lo que sufre dolores más generalizados, lo que conlleva la utilización de más analgésicos. Asimismo, es más sensible a sus dosis y tipos, padece dos veces más depresión, muestras mayor aceptación al dolor y menos miedo, y le afecta menos en el desarrollo de la vida cotidiana.
Respecto a los hombres, desarrollan más conductas de evitación, tienen menos miedo, le interfiere más en el desarrollo de su día a día y le produce un mayor impacto en su calidad de vida.