Por primera vez en 100 años de historia, Andalucía se queda sin el Camino del Rocío. Las 125 hermandades no tendrán este año ni romería, ni salto a la reja, ni procesión de la Blanca Paloma, pero los almonteños no han querido privarse de esta fecha tan importante para ellos, con el mismo fervor a la Virgen de siempre pero con un pequeño cambio de planes.
Se combate la frustración y la tristeza adornando las fachadas. Además, se han colocado pequeños altares en todo el recorrido por donde habría pasado la Virgen.
Hasta la parroquia de Almonte llegan los vecinos para rendir homenaje. Allí dejan flores, dibujos de los más pequeños y rezan pidiendo que todo esto pase cuanto antes. En el acceso se les toma la temperatura y se comprueba que lleven la mascarilla puesta.
También los rocieros de Triana han pasado la noche en vela y hoy celebraban su mini-Rocío por las iglesias de Sevilla. La música y el baile invade las calles en una imagen que nos retrotrae a un año cualquiera, no demasiado adecuada en plena desescalada.
La ermita de la hermandad del Rocío de Gines ha estado este miércoles abierta para contemplar el Simpecado de la entidad después de que la cancelación de la edición 2020 de la multitudinaria romería del Rocío haya impedido a dicha hermandad celebrar el que habría sido su peregrinación número 93 hacia dicho enclave.
El alcalde de Gines, Romualdo Garrido, ha explicado a Europa Press que este municipio aljarafeño "lleva el Rocío en la sangre" y la cancelación de la romería por la irrupción de la pandemia de coronavirus Covid-19 y el estado de alarma decretado para combatirla ha impedido celebrar la tradicional peregrinación de la hermandad del Rocío de esta localidad, lo que le ha llevado a recordar que la salida de las carretas de Gines está declarada como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.
"Es muy emocionante, los vecinos están visitando el Simpecado y esperemos que el año que viene sí podamos ir al Rocío", ha enfatizado el alcalde de Gines.
El hermano mayor de la hermandad, Antonio López, ha dicho de su lado que la emotividad de las visitas al simpecado es tal, que algunas personas "rezan o lloran" en el templo, dado el "sentimiento" que les embarga. Una mujer, de hecho, manifestaba su "pena de no poder hacer el camino al Rocío", algo "muy duro" para los devotos.