Los efectos del cambio climático siguen notándose con mayor fuerza en el Ártico, una de las zonas más vulnerables ante las subidas de temperaturas. Las alteraciones climatológicas a causa de la contaminación son una realidad evidente en este territorio, que sufre año tras año un deshielo progresivo que amenaza con influir al resto del globo.
Los últimos datos recabados por los investigadores son poco alentadores: el último verano ártico fue especialmente cálido y supuso para Groenlandia una pérdida de 600.000 millones de toneladas de hielo. Tal cantidad de deshielo ha provocado una subida en el nivel del mar de 2,2 milímetros en tan solo dos meses, un récord negativo que supera todas las expectativas.
Un estudio de la Universidad de California apunta a que la Antártida no deja de perder masa año tras año, siendo el Mar de Amundsen y la Península Antártica, en la parte occidental del continente, las áreas más dañadas. Isabella Velicogna, una de las responsables del proyecto, hace hincapié en la gravedad del asunto: “la pérdida de masa en el oeste continúa sin cesar, lo que conducirá a un aumento aún mayor en el aumento del nivel del mar”.
Aunque las pérdidas del último verano suponen más del doble del promedio anual en los últimos 20 años, Velicogna deja una puerta abierta a la esperanza gracias a “una ganancia de masa en el sector atlántico de la Antártida Oriental causada por un aumento en las nevadas”. Esto, reconoce, ha ayudado a mitigar en cierta forma el ingente deshielo del continente.