Su nombre es Mary McCarthy, es natural de Nueva Zelanda, tiene 45 años y hoy es noticia por haber descubierto, fundamentalmente gracias a una prueba PCR, qué es lo que durante prácticamente toda su vida no había dejado de generarle problemas y dolores a nivel nasal.
Como informa el medio Stuff, la mujer, que trabaja en la cocina de un hospital del país, se había acostumbrado ya a convivir con el dolor en su fosa nasal derecha, pero después de que, el pasado mes de octubre de 2020, tuviera que realizarse una prueba PCR, esas molestias se volvieron completamente insoportables.
El dolor fue a más y pronto, de hecho, comenzó a desarrollar problemas graves de sinusitis.
“Mi nariz goteaba constantemente”, explica a McCarthy a Stuff, señalando que el calvario que pasó fue tal que tuvo que acudir a varios especialistas, quienes atribuyeron el dolor a una afección crónica de los senos nasales.
Con ese diagnóstico, McCarthy intentó dejarlo en un segundo plano, pero un día, tras terminar de trabajar con todavía más dolor, acudió directamente al departamento de emergencias de su hospital, el Hospital Christchurch.
Allí, los médicos muy pronto empezaron a sospechar que había algo más allá de la sinusitis, procediendo a practicarle una tomografía computarizada a través de la cual descubrieron que MacCarthy tenía un pequeño objeto incrustado en la parte superior de la nariz.
A través de una laboriosa operación, los especialistas lograron extraerlo: se trataba de una ficha de ‘Tiddlywink’, algo muy similar a una fecha de parchís, pero en este caso de un juego que se desarrolló en Inglaterra en la década de 1860.
Al parecer, la prueba PCR para el diagnóstico del coronavirus terminó por desprender esa pieza y provocarle una infección, lo que finalmente derivó en el hallazgo del verdadero problema que venía causándole molestias desde hace nada más y nada menos que 37 años.
Según la propia McCarthy ha contado al citado medio, fue cuando tenía 8 años cuando, jugando con sus siete hermanos, colocó aquella pieza en su orificio nasal y la inhaló “accidentalmente, en lugar de soplarla”.
“Recuerdo estar aterrorizada en ese momento pensando dónde se había ido”, ha relatado, señalando que temía decírselo a su madre y, sin quejarse, intentó dejar el suceso en el olvido y siguió hacia adelante… Y así hasta ahora, cuando por fin ha solucionado su problema y ha compartido la historia.