Cuando se cumple un mes de la desaparición de las niñas de Tenerife Anna y Olivia, de 1 y 6 años, su madre, Beatriz Zimmerman, saca fuerzas para seguir adelante. Convencida de que tanto su expareja y padre de las niñas, Tomás Gimeno, como sus pequeñas están bien, Beatriz sigue difundiendo vídeos e imágenes a través de las redes sociales y los medios de comunicación.
En el mensaje publicado, Beatriz quiere, sobre todo, dar las gracias a todos aquellos que están mostrando su apoyo y su esperanza en estos momentos tan duros:
"Hoy hace un mes que no veo a mis niñas, un mes que no ha sido nada fácil pero en el que gracias al cariño y apoyo de todos, no he perdido la esperanza y la fe en que las vamos a encontrar.
Les sigo pidiendo ayuda. Que sigan compartiendo, que me sigan ayudando a que este mensaje llegue a todas partes del mundo.
Y les doy las gracias por acompañarme en esta lucha.
No perdamos la fe".
De momento, las autoridades continúan con las labores de búsqueda de los tres desaparecidos, centradas en el litoral de la isla de Tenerife, pero sin descartar ninguna hipótesis, incluyendo la de la familia, que siguen convencidos que los tres se encuentran con vida.
El buque oceanográfico 'Ángeles Alvariño', equipado con un sonar de barrido lateral y un robot submarino, ha abandonado la bahía de Cádiz y ya navega en dirección a la isla de Tenerife para sumarse al dispositivo de búsqueda de las niñas Anna y Olivia, desaparecidas el pasado 27 de abril junto a su padre, Tomás Gimeno.
El buque, operado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO), partió el domingo del puerto de Vigo y su incorporación a la búsqueda de las niñas fue anunciada el pasado 17 de mayo por la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, quien indicó que se estaba en conversaciones con el IEO para poder contar con sus medios de rastreo.
El 'Ángeles Alvariño' cuenta con un sonar de barrido lateral, un aparato que usa la propagación del sonido bajo el agua para obtener imágenes digitales de la superficie del fondo marino. Las señales acústicas emitidas rebotan en el fondo creando una imagen del mismo. Sus aplicaciones más comunes incluyen la cartografía detallada de comunidades de los fondos marinos, localización de tuberías, viaductos o cables, la búsqueda de objetos o yacimientos arqueológicos sumergidos, entre otros.
El buque también dispone de un robot submarino, el ROV Liropus 2000, propiedad del Instituto Español de Oceanografía, capaz de recuperar objetos en el mar hasta los 2.000 metros de profundidad. Equipado con siete cámaras, puede recorrer el fondo marino, enviar imágenes en directo e incluso recoger muestras.
El buque oceanográfico, cuya llegada a Tenerife está prevista para finales de esta semana, tiene previsto rastrear la zona donde la lancha de Tomás Gimeno fue encontrada a la deriva, a una milla náutica del Puertito de Güímar. Ahí hará una radiografía del fondo marino con el sonar para tratar de identificar algún objeto extraño y, si es posible, subirlo luego a la superficie con el robot submarino.