Una niña encogida y molida a palos por sus compañeras mientras el resto mira y no hace nada. Ocurrió hace escasas fechas en Madrid, donde una menor de 14 años era acorralada nada menos que por otras niñas de su misma edad que grabaron cómo la insultaban, golpeaban y humillaban. Es un caso que ha copado minutos de televisión y portada, pero no es el único.
Los datos demuestran que estamos ante una epidemia no declarada. La tercera parte de los jóvenes del mundo sufre acoso en la escuela. Uno de cada 10 estudiantes afirma ser víctima de acoso y un 7% dice sufrirlo a través de Internet o el móvil en nuestro país. Son datos del último informe 'Yo a eso no juego' que desgrana la realidad del bullying entre los más jóvenes. En él se destaca que el bullying es una cosa del día a día para muchos. De hecho, 6 de cada 10 niños reconoce que alguien les ha insultado en los últimos meses, de los cuales un 22,6% afirma que ese acoso es frecuente. Casi un 30% de los niños afirma haber recibido, incluso, golpes físicos.
Anna Morató García ha logrado vender más de 60.000 ejemplares con unos cuentos en los que imparte valores. Se leen en las escuelas como una herramienta para “educar en el respeto y la empatía para que sepan convivir tanto con personas con las que están de acuerdo como las que no”. De mayor quiero ser… feliz, o Hoy voy a tener un buen día daban consejos a los padres y explicaban a los niños cómo comportarse. Ahora entra Anna en un territorio peliagudo, nada menos que el bullying con ilustraciones de Marina Pérez, porque los niños "entienden mejor todo con imágenes". Son tres historias para ser leídas a los más pequeños con el objeto de fomentar el compañerismo y disuadir del bullying. Y hace falta. Porque Anna deja claro que el libro del que sufre el acoso, del que lo lleva a cabo y de las personas que lo presencian sin hacer nada. Y todos acaban siendo víctimas.
“Es importante que se mire desde estos tres puntos de vista. Me gustaría que este libro sirviese para propiciar el dialogo sobre este tema entre los alumnos y maestros”, reconoce como uno de los objetivos de este cuento. Anna trabajaba en el mundo de marketing en varias empresas del sector de la alimentación, haciendo planes de marketing y campañas de comunicación, pero cambió su vocación.
La mitad de los estudiantes reconoce haber insultado o dicho palabras ofensivas de alguien y uno de cada tres afirma haber agredido físicamente a otro niño. Los agresores por lo general no saben cuál es la razón por la que acosan, pero tienen algo en común con los acosados, su baja autoestima. Es la otra cara del bullying, pero hay que recordar que tanto víctima como agresor son niños y su protección debe ser la prioridad. Las medidas que se tomen con el agresor no deben centrarse en el castigo, sino en reeducación y toma de conciencia. Debemos reforzar la educación emocional y la adquisición de habilidades sociales y valores de convivencia.
Anna reconoce que sus tres hijas han sido las primeras en leer el libro. “Esté libro lo pensé tanto para padres como para docentes. Creo que tanto en casa como en las aulas debemos hablarles a los niños del tema del acoso escolar incluso antes de que lo sufran o lo presencien”. Porque donde primero hay que actuar, como casi siempre cuando se habla de educación es en casa. “Evitemos juzgar, criticar, hacer o decir cosas por envidia e intentemos canalizar nuestros miedos y frustraciones de una forma más positiva o constructiva, no pagándolo con los demás”, aconseja ya de inicio Anna porque los niños imitan a sus padres, en lo bueno y en lo malo.
Muchos padres no reconocen o se sorprenden de que su hijo o hija ataque a otro niño sin justificación aparente. Se ponen a la defensiva. Un error. “Si una persona está bien consigo mismo no tiene la necesidad de hacer daño a los demás. Cuando alguien hace bullying muchas veces suele ser porque por dentro no está bien, aunque por fuera no lo parezca”. El consejo de Anna a los padres, tanto de los niños que sufren bullying como los que lo hacen es rotundo. “Que pida ayuda, tanto el niño como el padre. Hay situaciones difíciles que no tenemos por qué saber manejar, y los profesionales pueden ser de gran ayuda”.
Los niños padecen de índices ligeramente superiores de acoso que las niñas aunque estas son más vulnerables. El mayor número de agresiones (insultos, motes, daños a la propiedad) se producen en el interior del aula y no en el exterior de las dependencias del colegio. Eso sí, suele ser la zona del patio de recreo donde se producen con mayor frecuencia las agresiones físicas y la exclusión directa del grupo. No hay piedad a la hora de dañar al otro. De hecho, los estudios de Unicef demuestran que el 82 por ciento de los niños con discapacidad son acosados en la escuela.
Pero no es el acoso el único elemento a erradicar. También la inacción o la incapacidad de contar lo que ocurre, esa mala idea de que uno no puede chivarse. De hecho, Unicef destaca que el 80 por ciento de los actos de bullying no son nunca comentados con los maestros. Uno de los hechos que más impactó en la opinión pública fue el caso de la niña de Madrid a la que nadie defendió.
“Hay una gran diferencia entre chivarse y defenderse. El chivarse lo relacionaría más con cosas materiales, es decir que si alguien rompe o daña algo material. En cambio cuando alguien hace daño a una persona, entonces para mí estamos no estamos hablando de chivarse sino de defender o ayudar a esa persona”, reconoce Anna que hace mucho hincapié sobre este tema en su cuento.
El podio mundial de bullying lo ocupa México, donde 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren todos los días algún de tipo de acoso. Estados Unidos de América con 6 de cada 10 niños y adolescentes sufren acoso escolar y muy cerca China donde casi 6 jóvenes y niños (5,8) por cada 10 sufren el flagelo. España es el séptimo país con más bullying, según una encuesta mundial. Tal vez leer este cuento no sea la panacea pero sí puede hacer entender a los pequeños lo que hacen o lo que les hacen y logren empatizar. Como dice Anna, los padres siguen leyendo cuentos a sus hijos por la noche. No estaría de más que les contaran este. Tal vez les ayude a contar la tragedia de su día a día o a saber qué hacer cuando la vean en directo. Para que niñas como la de Madrid nunca se vean una vez solas.
Teléfono contra el acoso escolar 900 018 018.