"Hola, mi nombre es Andrés y si estás leyendo esto es porque me habré suicidado”
Informativos Telecinco
11/04/201919:58 h.Andrés vivía sumido en una pesadilla; una que revivía cada vez que regresaba a su instituto, en Madrid, y que se identifica bajo un término que, como en este caso, a menudo tiene dramáticas consecuencias: el ‘bullying’ o acoso escolar. El joven, de 16 años, lo sufría de forma continuada y cada vez que acudía al centro educativo sentía miedo. Fuera de él, las secuelas de ese acoso y ese pánico le hacían sentir que la vida era sufrimiento.
La última vez se lo robaron todo. Se sentía solo, víctima de la crueldad más despiadada; esa que es capaz de hacer sentir a las víctimas que no tiene sentido seguir adelante; que no hay solución para el infierno que les hacen pasar. Andrés no podía más, y por eso la semana pasada se suicidó tras dejar una carta redactada en su móvil de la que hoy se hace eco el diario El Mundo.
“Si estás leyendo esto es porque me habré suicidado”
“Hola, mi nombre es Andrés y si estás leyendo esto es porque me habré suicidado”, inicia en un desgarrador relato en el que explica con crudeza por qué ha tomado esa decisión que ya “desde 2016” rondaba por su cabeza.
“2016 fue un año horrible para mí. Tenía que aguantar las burlas y mofas de mis compañeros. Malas notas, un poco de estrés, pero nada más. Era algo con lo que podía convivir”, escribe, contando que después llegaron “dos años estupendos” en los que hizo amigos y “caía bien a la gente”. “Me levantaba tristemente sin saber que serían mis últimos y mejores años. Hubiera aprovechado mejor el tiempo. Una lástima”, cuenta, dejando ver su dolor.
Fue al trasladarse desde A Coruña a Madrid cuando todo comenzó a torcerse. “Cuando vine aquí, a Madrid, sabía que sería duro. Me hice a una imagen de lo que vendría pero siempre quise que no pasase eso en realidad”. Se intentaba convencer de que todo iría bien, pero, los matones que le acosaban lo hicieron imposible. “Mi mala suerte siempre me acompaña”, escribe, castigándose.
Sus amigos estaban lejos y no podía hablar con su novia
“Todo empezó bien hasta febrero de 2019, cuando todo caía en picado. Apareció mi estrés típico de cuando tengo exámenes; tuve que lidiar con que todos mis amigos estaban lejos de mi pueblo; tuve que lidiar con que no podía hablar con mi novia porque su padre me odia y se lo prohibió… Fue un golpe duro, pero podía”, relata. Pero lo que fue ya demasiado fue que, a todo eso, sumaba “tener que aguantar seis horas en las que poco a poco empezaba a tener más miedo”; seis horas sufriendo el bullying en su instituto, el Ciudad de Jaén de Orcasitas, tal como cuenta El Mundo.
¿Creíste que tus palabras no me hacían daño?
“Así fue mi último mes de vida cada noche”, afirma, sintiéndose “solo” en esa “batalla”, convencido de que “nadie” le ayudaría.
“¿Creíste que tus palabras no me hacían daño? ¿Que tus bromas alguna vez me gustaron? ¿Que me cogieras mis cosas y no me las devolvieras me hacía gracia?”, cuestiona clamando contra el principal acosador de su instituto antes de preguntarse a sí mismo qué hizo para merecer ese trato.
“Todo el rato fui un chico que no molesté a nadie”
“Vine a ese instituto con el fin de enfocarme en mis estudios, pero parecía que no funcionaría y no lo entiendo. Todo el rato fui un chico que no molesté a nadie. Ni siquiera te moleste a ti. Entonces por qué siempre te acercabas para tratar que la vida fuera un infierno”, se sigue preguntando en su carta, intentando encontrar una explicación a una conducta, –la de los acosadores– completamente injustificable.
Pese a todo, también esta vez intentó ser “fuerte” y sobreponerse, pero cada día sentía que la situación iba a peor, hasta el punto de terminar preguntándose: “¿Tengo que estar así siempre? ¿Tengo que vivir siempre con temor y no pudiendo dormir a veces? ¿Cada vez que venga un tío así?”
“No tenía más fuerzas para seguir”
Todo se truncó. Sumido en “un agujero negro” que no le permitía concentrarse en sus estudios “por culpa de él”, –el matón del instituto–, se sintió sin objetivo en la vida, perdido, solo. Harto de “tragar y seguir adelante” y aterrado sin querer “imaginar lo que vendrá” después, estaba convencido, debido a todo lo que el bullying le había hecho pasar, que “pasara lo que pasara” su vida sería “un infierno”.
“Me di cuenta de que no tenía más fuerzas para seguir en esta vida, así que después de meditar me di cuenta de que había una sola salida; una que pensé que nunca tomaría: el suicidio”.
“Por fin algo que me digan no me dolerá más”
Sus últimas líneas fueron para sus padres, --quienes están separados--, para su amigos y allegados, de quienes se acordaba agradecido, pero lamentando el dolor que les causará con su muerte.
“Madre, padre, os quiero mucho, y perdonadme por el dolor que os provocaré. Adiós familia, amigos, a todo ser que me caía bien. Os extrañaré, pero tengo que hacerlo. Ya no quiero vivir más la vida, la odio”, finaliza, afirmando aliviado que tras su suicidio ya nada de lo que nadie diga le dolerá más. Su último objetivo era “descansar en paz”.
“A ver si mamá tiene razón y Dios sí existe”, termina, despidiéndose de un mundo que el bullying convirtió en un infierno.
El presunto acosador fue detenido
Tras llevar a cabo una investigación después de que Andrés se quitase la vida tirándose desde un sexto piso el 1 de abril, su presunto acosador, de 17 años, fue detenido, pero poco después la Fiscalía de Menores decretaría su libertad.
La Comunidad de Madrid ha manifestado que el instituto no tenía ningún protocolo de acoso activado y que el centro tampoco tenía nada que avalase que hubo bullying, pese a que, en la carta, además de referirse a sus problemas amorosos y a un traumático traslado de residencia, Andrés se refiere expresamente al acoso que sufría como el problema que acabó por derrumbarle.
Ahora, es su familia la que lucha para que el caso tenga castigo y no quede archivado… en el olvido.
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