Durante esta pandemia los conductores voluntarios han compartido infinidad de historias con los sanitarios. Han experimentado su mismo miedo y su presión. Entre ellos se ha creado un vínculo muy especial.
Hasem y Roberto son conductores, pero no unos conductores cualquiera, son conductores sanitarios. Durante lo peor de la epidemia, junto a decenas de voluntarios como ellos, han sido los encargados de trasladar a los médicos de atención primaria a domicilio.
Hoy se graduaban con nota. Ha sido el último día de servicio y los sanitarios a los que han ayudado han querido agradecérselo en su nombre y en el de los pacientes. "La emoción de cuando salen todos sin esperarlo a aplaudir es una cosa que no tiene precio", comenta Hasem muy emocionado, tras recibir, junto a su compañero, una ola de aplausos.
Las anécdotas que les quedan a estos dos voluntarios son muchas y muy intensas. Días que iban con miedo sin saber muy bien lo que se iban a encontrar, día que tenían que llevar a un médico hecho polvo y tenían que convertirse en su paño de lágrimas, y animarles y ponerles música. Y no solo eso, también ejercían de celadores improvisados ayudando a los sanitarios a ponerse y quitarse los EPI ... Así día tras día, y varias veces al día, desde el inicio de la pandemia
Ya son más de 23.000 viajes gratis realizados por conductores voluntarios se han llevado a cabo ya en esta iniciativa solidaria llevado a cabo por Uber. Un gesto impagable que ya ha traspasado fronteras.
Muchas de las personas que salen victoriosos de la batalla contra el virus llegan a sus casas gracias a profesionales y otros voluntarios que echan una mano de forma desinteresada. Conductores de todo tipo que cada mañana ofrecen sus vehículos para ayudar en lo que haga falta incluso arriesgándose a veces al contagio.
Los sanitarios alaban el trabajo de esta ola de solidarios al volante que surgió en pleno colapso. “Nosotros lo llamamos los milagros del COVID”, afirma Susana Lorenzo, jefa de gestión de pacientes del Hospital de Alcorcón.
Eduardo es uno de ellos. Hermano de sanitaria, no dudó en poner su granito de arena. “La satisfacción de estar ayudando al hospital, de estar haciendo un servicio público”, comenta mientras ayuda a subir a María, de 92 años, otra de las supervivientes de esta pandemia.