Era la frase de moda. El confinamiento va a provocar más nacimientos, como a veces provocar los Mundiales, las finales... Pero parece que el miedo al futuro es más fuerte que la pasión. También se dijo que los divorcios iban a aumentar y han disminuido. Conocemos menos la sociedad de lo que creemos.
El confinamiento que comenzó a mediados de marzo del año pasado no ha traído nueve meses después un baby boom, como podía caber esperar, sino todo lo contrario, como aventuraban algunos expertos: en diciembre de 2020 nacieron 23.226 niños, el mínimo en un mes desde los años 40. Estos son datos que ha publicado esta mañana el Instituto Nacional de Estadística (INE), que ha puesto en marcha una operación experimental dedicada a la estimación mensual del número de nacimientos y que de momento pone de relieve ese mínimo histórico, que habrá que ver si perdura en el tiempo.
Los expertos creen que hay que esperar unos meses para ver si este mínimo se consolida o responde a los momentos de "pánico e incertidumbre" que se vivieron en la peor situación de la pandemia, como apunta Alejandro Macarrón, director de la Fundación Renacimiento Demográfico, una organización independiente sin afiliación política ni religiosa, preocupada por las consecuencias de la natalidad y el envejecimiento de la población.
"Creíamos que iba a ver un baby boom porque la gente se iba a juntar más, pero ha primado el ambiente de zozobra e incertidumbre que se creó y que hizo que los ciudadanos amplificaran las dificultades, que existen para poder tener hijos", señala este ingeniero y consultor, coordinador del Observatorio Demográfico CEU.
Las dificultades son de todos conocidas, tal y como recuerda el experto: desempleo, estabilidad laboral tardía o falta de medidas para apoyar la natalidad y la conciliación laboral y familiar de los padres, entre otras. Pero detrás de esa constante tendencia a la baja de la natalidad desde hace varios años está de forma determinante, según el experto, "una tendencia de desvaloración de lo que es tener niños, de la maternidad y la paternidad".
El caso es que llevamos rozando mínimos históricos y batiendo récord desde hace tiempo. "Estamos en niveles de nacimientos del siglo XVII o XVIII, y si no contásemos los nacimientos de mujeres inmigrantes, estaríamos en el XVI", según el especialista.
Una tendencia a la baja que comenzó a ser preocupante hace cuarenta años, cuando entramos en un terreno negativo de la natalidad para la reposición, y que empeoro aún más a partir del año 1985 hasta llegar al 90 cuando llegamos a ser el país con menos hijos por mujer del mundo.
Cada año tenemos menos mujeres en edad de tener niños ya, y además ha caído el número de hijos por mujer, según Macarrón, quien aboga por concienciar a la sociedad de que la caída de los nacimientos es un grave problema, algo que cree que los ciudadanos no perciben.
José Ignacio Conde Ruiz, el subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), autor de un artículo sobre el proceso de envejecimiento en España, vincula directamente el mínimo histórico de la natalidad de este mes de diciembre a la economía, y no sólo a la que arrastra el covid.
"Quienes han sufrido el coste de la crisis en 2020 han sido las personas con contratos temporales, y ahí están muchos jóvenes, y a ellos se les han juntado dos crisis seguidas. La está sufriendo una generación a una edad muy determinante para el desarrollo laboral y personal", dice Conde.
Esa es la causa principal, en su opinión: un mercado laboral muy precario, que ha afectado a los más jóvenes muy especialmente en estos meses.
Algo que no le ocurre a Isabel, que es una de esas mujeres que tuvo uno de los más de 23.000 hijos que nacieron el pasado mes de diciembre y en las que sí pesó estar más tiempo junto a su pareja durante el confinamiento.
"Llevaba tiempo pensándolo, pero yo ya tengo 42 años y no me decidía. Yo tengo trabajo, pareja y media hipoteca pagada, y al final el tiempo que pasamos en el confinamiento nos vino bien para dar el paso", cuenta a Efe, esta mujer que tiene ya una bebé de casi tres meses.
Isabel dice que no tuvo el hijo antes, porque su trabajo y el de su marido no les habría permitido antes dedicarle tiempo a un bebe -el otro hijo ya tiene doce años-, pero también reconoce que el que tenían los fines de semana o vacaciones querían disfrutar de "otras cosas de la vida".