Al bebé lo zarandeó hasta la muerte. Al hermano mayor le bañaban con la ropa puesta, le golpeaban y le encerraban a oscuras en su habitación. Era el día a día de los hijos de una familia en la que los golpes y el maltrato era el pan nuestro de cada día.
El jurado popular que procesa a I.M.R.M. y a su ex pareja E.T.R. por el fallecimiento del bebé de 18 meses de la primera en abril de 2016 en la barriada de Su Eminencia de la capital hispalense y de maltratar al hermano mayor del pequeño ha leído este miércoles en la Audiencia Provincial de Sevilla su veredicto donde culpa a E.T.R. del delito de asesinato del bebé y a ambos acusados de delitos de maltratos hacia ambos menores.
De esta manera, el jurado considera a E.T.R. culpable de un delito de asesinato así como de un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar y de un delito de maltrato en el ámbito familiar por un episodio concreto. Por otra parte, el veredicto del jurado considera no culpable a I.M.R.M. por un delito de asesinato si bien sí considera que es culpable de un delito de maltrato habitual en el ámbito familiar y de un delito de maltrato en el ámbito familiar por un episodio concreto.
Con respecto a los hechos que se han juzgado, el jurado considera probado por unanimidad que E.T.R. maltrataba frecuentemente al hijo mayor de I.M.R.M. con golpes con la mano abierta, bañándole con agua fría, encerrándole a oscuras en una habitación o castigándole sin cenar en presencia de sus dos hijos que acudían al domicilio de los dos acusados durante los martes y jueves y los fines de semana alterno. Igualmente, considera probado de manera unánime que, en un día concreto, el encausado encerró al menor y para evitar que siguiera llorando le presionó una almohada en la cara hasta que desistió al ser recriminado por su hijo.
Además, el jurado considera probado por unanimidad que E.T.R. maltrataba frecuentemente al bebé con golpes con la mano abierta, pellizcos en las piernas y en las nalgas en presencia de sus dos hijos. La madre también lo hacía con frecuencia.
Seguidamente, el jurado considera probado por unanimidad que el día de autos E.T.R., sobre las 19,00 horas, acostó al bebé y como no paraba de llorar le zarandeó "brutalmente" golpeándole la cabeza con una superficie plana que no ha podido ser determinada para luego dejarlo en la cuna, de una manera que sufrió una lesión en la parte trasera del cuello, lo que le provocó hemorragias internas que derivaron en un edema cerebral que le causó de manera progresiva la muerte, la cual se produjo entre las 21,00 y las 00,00 horas.
De igual modo, el jurado popular indica como hecho probado por unanimidad que E.T.R. sabía que con su acción era muy probable que podía acabar con la vida del bebé si bien el jurado señala que no está probado que tuviera la intención de matar por lo que considera que en el asesinato hubo un dolo eventual e indirecto.
Con respecto a I.M.R.M., el jurado considera probado por unanimidad que la acusada maltrataba frecuentemente a su hijo mayor con golpes con la mano abierta, bañándole con agua fría, encerrándole a oscuras en una habitación o castigándole sin cenar en presencia de los dos hijos de E.T.R.. Igualmente, considera probado de manera unánime que, en un día concreto, la encausada encerró al menor y para evitar que siguiera llorando le abofeteó y le pegó con los nudillos en los labios haciéndole sangre para luego bañarle vestido con agua fría y encerrarle sin quitarle la ropa mojada.
En cuanto al hecho nuclear, el jurado considera probado con seis votos a favor --sobre nueve-- que I.M.R.M. en el momento de la agresión mortal estaba hablando por teléfono con una amiga y dándole la merienda a su hijo mayor y que no se enteró de lo que estaba pasando en la habitación donde estaba su expareja y el bebé. En esa línea, el jurado indica que la acusada se quedó confiada de que el bebé dormía tras haberle dicho E.T.R. que se quedó tranquilo y por lo cual, ella iba a verle cada 40 minutos desde la distancia creyéndolo dormido, hasta que a las 00,45 horas, al ir a darle un biberón, descubre que el pequeño estaba sin reacciones vitales.