Tres violaciones durante su infancia y juventud le dejaron terribles secuelas psicológicas que le hacían imposible seguir viviendo. Noa Pothoven, una joven de 17 años ha muerto aunque lo que en principio parecía un caso de eutanasia, se debió a que dejó de comer y beber por voluntad propia en su casa. El Gobierno holandés ni confirma ni desmiente los casos de eutanasia por respeto a las víctimas. Informativos Telecinco también publicó que estábamos ante un caso de eutanasia, pero no hay ninguna confirmación de que se le practicara.
“Iré al grano” dijo Noa Pothoven en su Instagram. “En 10 días moriré, estoy agotada…” –escribió- “después de muchas discusiones, he decidido acabar con todo porque mi sufrimiento es insoportable”. Esa fue la despedida de una joven holandesa que llevaba 17 años de sufrimiento que terminaron el domingo pasado.
Noa fue víctima de abusos sexuales cuando sólo era una niña. Tres veces. La última fueron dos hombres a la vez en un callejón. Lo que siguió fue un infierno de depresión y anorexia, unas enfermedades que resultaron incurables para ella. Nunca logró salir de la pesadilla y así lo contó en un libro que tituló ‘Ganar o aprender’, todo un éxito.
Aunque en un principio se presentó la noticia como un caso de eutanasia amparado por la legislación holandesa, la periodista Naomy O'Leary, confirma en su twitter que Paul bolwerk, el periodista que ha estado cubriendo la historia para DeGelderlander desde 2018 no habla de eutanasia en ningún caso. Según los médicos no estamos ante un caso de eutanasia. Los padres estaban de acuerdo con que Noa se dejara ir.
La familia, desvela O'Leary, había intentado muchas clases de tratamiento psiquiátrico y Noa Pothoven fue hospitalizada repetidamente; hizo una serie de intentos de suicidarse en los últimos meses. En la desesperación, la familia buscó electroshock, que se rechazó debido a su corta edad.
Después de que se rechazó la terapia de electrochoque, Pothoven insistió en que no quería más tratamiento y se le puso una cama de hospital en su casa donde tenía el cuidado de sus padres. A principio de junio comenzó a rechazar todos los fluidos y alimentos, y sus padres y doctores acordaron no forzar su alimentación. "La decisión de pasar a los cuidados paliativos y no forzar la alimentación a petición del paciente no es una eutanasia", destaca la periodista que señala que en los medios holandeses no se habló de ello. La famlilia de la joven denuncia ahora que no tuvo ayuda suficiente para afrontar sus trastornos.
Su madre Lisette insiste en que el libro de su hija debería ser obligatorio para los trabajadores sociales, pero también para los jueces de los niños, y para todos con responsables en el cuidado de los jóvenes. La madre critica la dispersión en el cuidado infantil y califica de "enloquecedora" la burocracia y las listas de espera. Y ante las perspectivas que se le presentaban Noa dejó de comer y de beber. Nadie la obligó a seguir haciéndolo.