Del factor solar a los riesgos del agua: cómo proteger a los niños en la playa
En las zonas de baño es importante tener especial cuidado con los niños, ya que los peligros se multiplican
Los cuidados más básicos van desde el uso de protección solar hasta no perderles de vista en el agua
La hidratación y la creación de zonas de sombra es básica para paliar los efectos y peligros del calor
La combinación de niños y playa o piscina es tan habitual como potencialmente peligrosa: todos sabemos que en estos espacios es importante mantenernos siempre alerta y no perder a nuestros hijos de vista para evitar problemas, tanto en el agua como en cuanto a pérdidas y extravíos.
Pero estos espacios presentan otros posibles riesgos que pueden parecer menos importantes a pesar de que su incidencia suele ser mayor. Nos referimos a insolaciones, quemaduras solares, deshidratación... Toma nota de estos consejos proteger a los niños en la playa.
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Cómo proteger a los niños en la playa
No hay duda de que a los niños (como a los adultos) les suele encantar pasar tiempo en la playa o en la piscina. Además, suelen ser mucho más asiduos al agua que nosotros y pueden pasar largas horas a remojo sin pasar frío.
Lógicamente, no vamos a privarnos ni a privarles de este tipo de plan de ocio tan veraniego por miedo a lo que pueda ocurrir, pero sí es importante no perder de vista los potenciales peligros que presentan estos espacios. No es lo mismo una playa familiar que una playa peligrosa, ni tampoco ir en las horas centrales del día que hacerlo a primera o a última hora de la tarde, entre otras muchas cosas. También los lagos y embalses pueden resultar peligrosos.
Estos son algunos factores que debes tener en cuenta para proteger a los niños en la playa:
- No olvides la protección solar. Es un punto clave para proteger a los niños en la playa, ya que lo habitual es que no paren de moverse entre el agua y la arena y que poco a poco la loción aplicada pierda su efecto. Utiliza un factor elevado pensado específicamente para niños y ten en cuenta que la piel de los pequeños suele ser mucho más sensible que la de los adultos. Ante la duda, opta por una crema con filtros físicos, que será más densa y complicada de extender, pero les protegerá en mayor medida. También deberá ser una crema de amplio espectro, capaz de proteger tanto frente a los rayos UVA como frente a los UVB. Aplícala media hora antes de la exposición en abundancia y repite al menos cada dos horas, especialmente ante baños prolongados o contacto directo con arena, que puede ir retirando la protección de la piel poco a poco.
- Haz uso de prendas que protejan del sol. El uso de viseras o gorras puede ser muy recomendable, así como de ropa anti-UV si lo crees necesario. Estas prendas ofrecen la máxima protección, al bloquear entre más del 90 por cierto de los rayos UVA y UVB. Son trasnpirables y se secan rápido, aunque pueden resultar incómodas para el niño. Además, no olvides las gafas de sol para los más pequeños: asegúrate de que sean de calidad porque, de lo contrario, su uso puede llegar a resultar contraproducente.
- Hazte con un iglú para generar zonas de sombra. Estar todo el día bajo el sol puede ser agotador y, si lo combinamos con baños en el mar, puede que maquillemos un poco el hecho de que, en realidad, estamos traspasando la barrera de lo recomendable. En ocasiones el calor aprieta y podemos llegar a sentirnos mal, acercándonos a los límites de una temperatura excesivamente elevada en nuestro organismo, y los niños son especialmente susceptibles a este tipo de situación. Es importante, por ello, contar siempre con una zona a la sombra para poder descansar un poco, tanto del calor como del sol directo. En este sentido, los iglús suelen ser mejor opción que las sombrillas, por dos motivos: ofrecen mayor protección frente al sol, y no resultan peligrosos si salen volando ante un golpe de viento.
- Bebed mucha agua. La mejor forma de combatir golpes de calor, insolaciones y deshidrataciones es beber mucha agua y mantener nuestro cuerpo fresco. Durante el verano sudamos más y, por tanto, necesitamos un aporte de agua mucho mayor. Podemos combinarlo con zumos, licuados, gazpachos... para nutrirnos y enfriar nuestro cuerpo por dentro. Mantenlos fríos en una nevera portátil y no dudes en obligar a tus hijos a beber cada cierto rato, incluso aunque no tengan sensación de sed. Lo mismo se aplica a los adultos: tu hidratación también debe aumentar durante las jornadas de playa.
- No pierdas a tus hijos de vista. Cuando la playa se encuentra llena de gente es relativamente fácil que podamos perder de vista a nuestros hijos o que ellos nos pierdan de vista a nosotros. No está de más fijar una forma de contacto en caso de pérdida, o portar algo característico y visible para que puedan identificar su punto de partida de forma más sencilla. Además, mucho cuidado con el agua: ante la duda, es mejor que lleven algún elemento que evite que puedan hundirse, como un flotador o unos manguitos, y que permanezcan en zonas donde hagan pie.