Una de las tradiciones navideñas por excelencia es la compra de una Flor de Pascua para decorar nuestros hogares. Es muy fácil caer en la tentación de hacernos con un ejemplar de esta bonita planta porque están por toda partes: las grandes superficies y supermercados suelen contar con un gran número de ejemplares de este pequeño arbusto que se ha convertido en tradición en prácticamente todo el mundo.
La parte mala es que parece que esta planta está condenada a morir una vez pasadas las fiestas. Sin embargo, con ciertos cuidados y un toque de paciencia, podemos conseguir que crezca y se mantenga sana durante mucho más tiempo. ¿Cómo cuidar de una Flor de Pascua? ¿Qué hacer para evitar que enferme y cómo podemos ayudarla a vivir durante más tiempo?
La Flor de Pascua es una planta delicada que florece en invierno y que se nos muestra en todo su esplendor durante la Navidad. Cuando la adquirimos es frecuente que su estado sea muy vistoso, pero esta primera visión puede desvanecerse muy rápidamente si no mantenemos unos cuidados adecuados. Hay que tener en cuenta que no soportan temperaturas muy bajas, pero tampoco demasiado elevadas: lo mejor es que se encuentren siempre entre los 20 grados durante el día y los 16 durante la noche.
Además, la luz natural es básica, aunque hay que tener en cuenta que durante el invierno, y de cara a la floración, no necesitará más de 8 horas de sol diarias. La buena noticia (para ellas, aunque no para nosotros) es que esta cantidad de sol la regula por sí sola la naturaleza.
En cuanto al riego, es importante que la Flor de Pascua reciba una humedad ambiental suficiente, por lo que es mejor alejarla de fuentes de calor como los radiadores. Situarla junto a una ventana donde reciba luz indirecta pero no calor directo puede ser su ubicación perfecta. Eso sí, ten en cuenta que esta planta no lleva demasiado bien la presencia de viento: evita las corrientes si quieres garantizar una larga vida para ella.
Es conveniente regarla de forma moderada, evitando que la tierra se encharque, ya que las raíces de esta planta tienden a pudrirse con facilidad en caso d exceso de humedad. Para evitarlo, atiende al color de sus hojas: si ves que comienzan a amarillear, será señal de que estás regándola demasiado. La propia planta te indicará en qué momento tiene sed: sus hojas decaen un poco cuando necesita agua. Eso sí, si puedes evitarlo, no la hagas pasar sed.
Como ocurre con casi cualquier planta, evita siempre que se acumule agua en el bajoplato: es importante, en este sentido, que la tierra drene bien. También deberás ir eliminando las hojas marchitas o amarilleadas para permitir que la Flor de Pascua crezca con fuerza.
Si quieres que esta planta dure más allá de la Navidad, espera al momento en que se caigan sus hojas para podarla dejando tan solo un tallo de unos 6 centímetros. A continuación, trasplántala a una maceta un poco más grande y riégala sin abonar hasta que le crezcan nuevas hojas. En el momento en que comiencen a aparecer, abona y cuídala siguiendo los consejos anteriores, teniendo en cuenta que, si quieres que las hojas adquieran su color rojizo característico, tendrás que tenerla 14 horas al día, durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, en completa oscuridad.
También puedes aprovechar para plantar tu Flor de Pascua en exterior una vez pasado el invierno, para que poco a poco se convierta en un arbusto. Eso sí, tendrás que podarla siguiendo los pasos anteriores y garantizar la oscuridad necesaria durante los meses clave para la floración, si es necesario, cubriéndola con una bolsa de plástico oscura durante 14 horas al día.