Con la mayoría de tiendas cerradas, las ventas por Internet han experimentado un tremendo aumento Han crecido del orden del 45% durante el confinamiento, sobre todo en deportes, alimentación o juegos. El reparto de todo este aluvión de pedidos online está poniendo límite a las empresas de distribución y a sus trabajadores.
Las grandes empresas de envíos no paran. El movimiento de las furgonetas es constante. Entran vacías y salen cargadas. Según los propios repartidores, el volumen es mayor que en las fechas más señaladas, tienen más trabajo que en Navidad.
Por no hablar del evidente riesgo a poder contraer el coronavirus en la calle. Por eso no está de más la precaución. “Cargamos en dos tandas y están pendiente de que guardemos los dos metros, llevamos nuestro gel, guantes, mascarillas”, nos cuentan.
Muchos clientes no quieren que les suban los paquetes a casa y trabajan con cierta inquietud. La tónica habitual, nos comentan, es que les pidan que dejen el paquete en el ascensor. Con todo, son conscientes de que el comercio online les permite seguir trabajando: “Otros están en casa viéndolas venir”.
Complicado atender el aluvión de pedidos online. Los repartidores no dan abasto para atender tanta demanda. El problema empezó en las ciudades más afectadas por el coronavirus pero ya se está trasladando a otros lugares. En los peores momentos algunos supermercados. Es algo puntual, aseguran, ante la avalancha de pedidos.
En la otra punta están los pequeños comercios familiares que no pueden afrontar estos pedidos online y ya están casi en la ruina. Es lo que ocurre por ejemplo en muchas tiendas de barrio del ramo textil. Siguen pagando el alquiler de los locales, han invertido dinero en ropa de invierno que ya no van a vender. Por eso, desde la Asociación Empresarial del comercio textil se pide que “a ingresos cero los gastos también sean cero”.