Hablamos cada dia de sanitarios, pero todos aquellos que trabajan en los hospitales se desviven para levantar el ánimo a los enfermos en estos tiempos tan difíciles, cómo hacen los cocineros del Ramón y Cajal. Cada día dejan a los pacientes notitas con emotivos mensajes en las bandejas de la comida. Post-it azules, verdes, amarillos o rojos añaden a esas bandejas un toque de color que va acompañado de mensajes de apoyo como “después de la tormenta siempre sale el sol” o “no estás sola”.
Intentan hacer un poquito más llevadera la estancia de estos enfermos también colocando cartas anónimas que llegan a miles a este hospital desde todas partes de España. Palabras escritas con todo el cariño del mundo que cada día, a la hora de cenar, llegan a los pacientes de este hospital.
Con ello intentan conseguir animar un clima que, como recuerda Raul Trinidad, pinche de cocina del Ramón y Cajal, era bastante deprimente: “Nadie hablaba, los pacientes no hablaban etre sí, con las luces apagada y la situaciones que vi me puso un poco triste”.
Situación que llevó a Raúl y a resto del equipo de cocina a poner estos mensajes de ánimos pegados en los de yogures. También, los más pequeños también aportan su granito de arena con sus dibujos en papeles de colores, además de mensajes diarios que abrazan y levantan el ánimo de quienes más lo necesitan.
Gestos que hacen más brillantes sus días y les ayudan a resistir. Como nos comenta Antonia Muriel, gobernanta de la cocina “los enfermos no trasmiten su emoción y dicen que se sienten acompañados y esto nos anima a seguir día a día”.
También las monjas dominicas de la residencia universitaria Santa Rosa, en Valladolid, tratan de poner cada día un poco de alegría en su barrio. Ellas deleitan a los vecinos con sus voces y ellos se lo agradecen con aplausos y cariñosos saludos que no se quedan sin respuesta. Son las mismas jóvenes monjas que han convertido en viral su marchosa coreografía de la que ya se ha convertido en canción del confinamiento, el 'Resistiré', pero no descartan seguir animándonos después de la pandemia.