El jurado popular del caso del asesinato de Diana Quer condenaba a José Enrique Abuín, alias el Chicle, culpable de los delitos de privación ilegal de libertad, agresión sexual y de asesinato con alevosía, pero no culpable de su violación. El veredicto del Chicle se retrasó al detectar "contradicciones" y "errores formales" en las argumentaciones del jurado, por lo que se tuvo que seguir deliberando sobre ello. Las partes estuvieron de acuerdo con la decisión del juez. Pero hoy, 17 de diciembre se ha sabido ya que el Chicle ha sido condenado a prisión permanente revisable.
11 de Noviembre de 2019. “Es el momento de hacer justicia a Diana Quer”. Con esas palabras, el abogado de la familia de la joven madrileña anunciaba que, por fin, con el jurado recién formado, arrancaba el juicio a José Enrique Abuín Gey, El Chicle, su asesino confeso. 3 años, 2 meses y 18 días después de la desaparición de Diana, 680 días después de que las autoridades localizasen su cadáver, empezaba el juicio para castigar al autor de un crimen que ha conmocionado a España; para castigar a un a un asesino, a un “depredador sexual”, que actuó “por pura maldad” hasta acabar con la vida de su víctima apretando su cuello con una brida durante cinco minutos. Después, escondió su cadáver durante casi 500 días bajo el agua de un pozo en el que pretendía borrar el rastro de su extrema crueldad. Abuín se sentaba en el banquillo para enfrentarse a los delitos de detención ilegal, asesinato con alevosía y agresión sexual.
12 de Noviembre de 2019: “Mi intención no era matarla”. Esas fueron las primeras palabras de El Chicle en el juicio. En la primera sesión, Abuín comenzó a representar su obra; a construir un relato lleno de incongruencias y mentiras que intentaban hacer ver que lo que sucedió fue un homicidio. Era la estrategia de la defensa, y se ciñó a una versión que no era nueva: dijo que Diana la sorprendió robando gasolina y la abordó para que no le delatara: “Le eché la mano derecha al cuello y ella se fue para atrás y reaccioné poniéndole la mano izquierda por detrás. Apreté demasiado y cuando me quise dar cuenta, ya no se movía”, aseguró, escenificando con las manos ese momento. “No pretendía hacerlo”, dijo, asegurando que se asustó y reaccionó metiendo su cuerpo en el asiento trasero de su coche (y no en el maletero). Tiró su móvil al río en el Puente de Taragoña y pensó en arrojarla a ella al mar, pero había gente, y sostiene que por eso la llevó a la nave del pozo, en Asados, Rianxo, A Coruña, donde acabarían encontrando su cadáver después de que confesase. Además, en su afán de evitar que se pensase en la violación, se apresuró a decir que le quitó la ropa “para que no encontraran restos en el coche” donde había viajado su mujer y su hija, “para borrar pruebas”. Su cadáver lo metió en el pozo lastrándolo “con dos bloques de hormigón atados con el cable que había arrancado de la luz”, dijo.
¿La maniató? No. ¿La amordazó? No. ¿La abordó para agredirla sexualmente? No. ¿La mató con una brida apretándole el cuello? No. ¿La violó? No. Lo negó todo con monosílabos. Frente a solicitud de la prisión permanente revisable de la acusación, que señalaba a su perfil de agresor sexual, la tesis la defensa ya en esta primera sesión era clara: si no hay semen, no hay ADN, no hay nada de prueba sobre la agresión sexual; y el hecho de que el cadáver estuviese 500 días sumergido bajo el agua, borrando cualquier rastro, jugaba a favor para concluir que no hay pruebas. Así mismo, la abogada de Abuín, Fernanda Álvarez, insistió en que no se habían “respetado las garantías procesales”. “Yo me tengo que enfrentar a una condena social de culpabilidad en un medio hostil”, dijo, defendiendo a El Chicle: “Si se hubiese callado no se habría reabierto el caso, porque estaba archivado, y a la investigación le faltaba mucho camino”. ”Si estamos aquí es porque José Enrique no miente. Pudo haberse callado”, llegó a decir, recalcando que confesó y dijo la verdad.
La tesis de la acusación, por su parte, apuntaba a que El Chicle se llevó a Diana viva, raptada para violarla en la nave, donde después de asesinarla con una brida, arma del crimen, la metió en el pozo con la intención clara de borrar pruebas. “No estamos hablando de venganza, estamos hablando de justicia y por eso pedimos la prisión permanente revisable”, dijo el abogado de la familia Quer.
13 de Noviembre de 2019. “Evidentemente creo que sí que fue él”. Quien fuese la mujer de José Enrique Abuín en el momento de los hechos, declaraba en la segunda sesión del juicio para dejar claro que sí cree en la culpabilidad de su exmarido. Rosario Rodríguez declaró que cuando supo que su hija y su casa salían en televisión se cansó y decidió contar la verdad. Asegura que hasta entonces El Chile le había pedido que dijese a los investigadores, a las autoridades, “que había salido con él a robar gasóleo” la noche de los hechos, algo que “fue mentira”. “Me dijo que dijese que había estado conmigo esa noche porque le querían culpar de algo que no había hecho", expresó en el juicio, donde aseguró que Abuín le negó durante un año que hubiera matado a Diana. La noche del suceso, ha dicho, el asesino “durmió perfectamente”.
No obstante, esa no fue la única declaración de enorme valía durante esta sesión. También su hermana, la excuñada de El Chicle, declaró. Lo hizo pulverizando la defensa de Abuín al decir que le tenía “miedo”, que la violó y la amenazó durante y con posterioridad a la agresión sexual denunciada, que en su día se archivó de forma provisional pero que se ha reabierto con nuevas diligencias e indagaciones. En su momento, su hermana no la creyó. Ahora lucha contra las secuelas psicológicas. “Poco a poco se van sobrellevando”, ha dicho, afirmando que, no obstante, “nunca” las va a olvidar.
Por otro lado, en esta segunda sesión del juicio también declararon otras tres mujeres que fueron acosadas por Abuín. Una de ellas aseguró que de no haber estado acompañada “no habría estado aquí sentada”. Otra, aseguró que le salvó que en el momento en que estaba siendo perseguida por El Chicle llegase su marido. Le denunció al verle en televisión. Abuín, presente en la sala, reía mientras escuchaba la declaración.
Revés tras revés en la estrategia de la defensa, un amigo de la infancia también dejó parte de la versión de El Chicle contra las cuerdas: declaró que ambos abrieron el pozo donde fue encontrado el cadáver de Diana en una ocasión previa al suceso. Ambos vieron cómo había agua dentro del pozo en aquella nave de Asados. No se podía ver el fondo ni apreciar su profundidad exacta, pero era profundo, aseguró, desmontando el relato de Abuín, que en la primera jornada había señalado que improvisó el sitio donde ocultó el cuerpo de Diana y dijo que desconocía si el pozo tenía agua o no.
Valeria Quer estaba presente cuando el testigo hacía la declaración. Rompió a llorar al escuchar cómo era el comportamiento del asesino de su hermana con las mujeres. Diana perdió la vida de la forma más cruel. “El impacto de la desaparición durante 500 de un ser querido, de una hija, es demoledor. Nosotros vivimos en vida la pena más cruel que se puede imaginar”, dijo Juan Carlos Quer, padre de la víctima, en el juicio. En esta sesión, hubieron de ver las imágenes del pozo de 10 metros en el que El Chicle se deshizo del cuerpo de la joven, que se mantuvo sumergido allí durante 500 días. Nunca antes se habían visto esas imágenes, tan duras como impactantes.
14 de noviembre de 2019: “Se está juzgando a un monstruo”, denunciaba Valeria Quer tras derrumbarse en el juicio. Hubo de abandonar la sala, “nerviosa con tantas mentiras”.
Durante esta sesión, declararon algunos feriantes y los amigos de Diana Quer. Estos últimos manifestaron que, tras estar de fiesta en A Pobra do Caramiñal, se fue sola a su casa. Por el camino intercambió algunos mensajes en WhatsApp. El último fue a un amigo a alrededor de las dos de la madrugada. Estaba asustada: “Me dijo que un gitano la estaba llamando”. Según las diligencias, Diana envió un mensaje que decía: “Me estoy acojonando, un gitano me está llamando”, y aseguró que le había dicho “Morena, ven aquí”. Entonces, su amigo, preocupado, volvió a preguntarle sobre ello, pero el mensaje no le llegó. Tampoco recibió el teléfono de Diana Quer el mensaje en el que, a la mañana siguiente, le daba los buenos días. Tras enterarse por redes sociales que la joven "había desaparecido", el testigo entregó su teléfono a la Policía.
Durante esta sesión, las declaraciones de los testigos, junto a las del día anterior, dejaban acreditado que la versión de El Chicle no podía ser veraz. Mintió en su versión de los hechos. A ningún feriante le faltaba gasolina, y el trayecto que indicó no pasaba por la calle de las caravanas de los feriantes. Uno por uno, los testigos desmontaban su defensa.
15 de noviembre de 2019: “Antes de morir sucedió algo espantoso”. Así lo afirmaron en la sala los buceadores que ayudaron en el rescate del cadáver, declarando en una durísima sesión en la que el propio juez hubo de advertir de la crudeza de las imágenes que iba a tener que ver el jurado, los abogados y el fiscal: las del cuerpo de Diana. Rota por el dolor, Valeria, que no vio las imágenes, lloraba entre los brazos de su padre. El jurado también lloró. Era solo el inicio de una de las sesiones más desgarradoras del juicio.
“No se parece a nada de lo que yo he visto antes”, declaraba un experto que ha rescatado cadáveres de lugares angostos, en ríos y mares. “Antes de morir sucedió algo espantoso. Es la única manera que puede quedar con rigidez un cuerpo, si no todos quedan flácidos. Vivió una situación de estrés o de pánico muy grande”.
La declaración de los expertos sugiere todo lo contrario a una muerte accidental. Diana hubo de pasar un miedo tan atroz que su cuerpo entero se arqueó, y rígida, murió con las piernas abiertas. El primer buzo que entró al pozo para sacarla afirma lo mismo: “Bajo el agua no es normal verlo así. Como arqueado y un poco hiperextendido hacia atrás”.
Los 500 días del cuerpo sumergido tuvieron un efecto devastador. El agua eliminó cualquier vestigio de la presunta agresión sexual y saponificó el cuerpo. Una clave es que la brida de su cuello se quedó enganchada en su pelo. En el fondo había más, y es el arma del crimen para la acusación.
Durante la sesión, la buceadora que se puso en la piel de Diana Quer para recrear cómo fue lastrado su cadáver en el pozo dejó claro que el cuerpo de la joven no podía flotar, como señaló El Chicle: “Fue horrible, es imposible que el cuerpo flote” con ese lastre, dijo. Las imágenes del simulacro en el pozo donde fue arrojada confirman que el asesino mintió, otra vez.
Por otro lado, en esta jornada uno de los investigadores de la Guardia Civil narró el momento exacto en el que Elton, un perro especialista, encontró y marcaba el lugar en el que se encontraba el cuerpo de Diana.
18 de noviembre de 2019: “Completamente desnudo”. Así estaba el cadáver de Diana Quer, según la declaración de dos agentes que estuvieron en la nave de Asados el día que Abuín llevó a los investigadores hasta el cadáver. Ambos investigadores coincidieron al asegurar que El Chicle conocía muy bien el lugar y mostraba tranquilidad. Él había dicho que no quitó la ropa interior a Diana, pero nuevamente, mintió. En el pozo, además, apareció un tanga.
En esta sesión, uno de los investigadores explicó que la brida hallada en la cabeza de la joven era de 9 milímetros de ancho y estaba enganchada a su pelo. “Es muy poco probable, dudo mucho que sea así”, contestó cuando le preguntaron por la posibilidad de que la brida se enredase accidentalmente en su pelo, como pretendía argumentar la defensa, en su empeño de probar que estaba en el fondo del pozo y se enredó en su cabello.
El segundo agente que declaró precisó que “una vez se cierra la brida no hay vuelta atrás” y “para liberarla hay que cortarla”, sentenciando que “había un buen mechón de pelo que pasaba por el interior” de la misma. Todo señalaba a la tesis de la acusación: es el arma del crimen. Durante la sesión, pudo verse una imagen de la misma: de color negro y de gran tamaño, cerrada en una circunferencia pequeña que el propio testigo ha asimilado al cuello de la víctima.
En esta jornada, el primero de los agentes declaró además que, por la posición en la que fue hallada Diana, para introducirla por la tapa del pozo habría sido necesario “vencer el rigor mortis” o en todo caso, que este no hubiese estado instaurado aún.
19 de noviembre de 2019: “No manifiesta arrepentimiento. No se aprecia sufrimiento emocional”. Lo dijeron en esta jornada del juicio los médicos forenses y psicólogos que le examinaron. El único sufrimiento emocional que percibieron en Abuín fue “cuando habló de su hija”, pero “fue un momento puntual”. Aseguraron que El Chicle es obsesivo, rígido, intolerante, poco emotivo y rencoroso.
El informe buscaba saber si es imputable, y la conclusión fue que sí: “No tiene ninguna alteración psiquiátrica que altere la capacidad para comprender”, recalcaron.
Además, un grafopsicólogo de la acusación subrayó que “con rotundidad es un depredador sexual que con absoluta probabilidad va a seguir ejerciendo ese tipo de excitación sexual y de dominio sexual”. Tiene rasgos de hipersensibilidad en la escritura. “Ante la ofensa reacciona con más violencia. Toma una actitud de violencia y de control del otro individuo, y con ello saca la excitación sexual”, aseguró, en un informe no obstante muy cuestionado porque no suele aceptarse como científico.
Más allá, en esta jornada una entomóloga prestó declaración para explicar que el cuerpo de Diana debió estar 20 días flotando o se hundió y con el tiempo volvió a la superficie, porque las moscas halladas en la cabeza del cadáver terminaron su ciclo de desarrollo. La experta explicó que las pupas, –especie de larvas de moscas–, halladas en la cabeza de la víctima solo colonizan cadáveres, no cuerpos vivos.
20 de noviembre de 2019: “Creíamos que podían correr peligro terceras personas si se le dejaba en libertad y se procede a su detención”. Así explicaba uno de los agentes que el ataque de El Chicle a una joven en Boiro, el 25 de diciembre de 2017, lo precipitó todo, forzando un arresto que tenían previsto abordar a mediados de enero. Sospecharon de él desde el principio, porque tiene “unos patrones de conducta tendentes a cometer delitos de índole sexual”, pero el estudio de las cámaras de la autovía para analizar el trayecto de Diana, salió mal. No se dieron cuenta de que llevaban un retraso de 15 minutos y el coche de El Chicle fue descartado. Al coche, pero no a él.
Sería el hallazgo del móvil de Diana lo que cambiaría el curso de la investigación. El terminal reprodujo el rapto como su fuese una radiografía: marcó “de manera indubitada” la zona en la que estaban. “Es inviable que fuera por otra ubicación”, explicaban los agentes en la sesión, al señalar el camino recorrido. Concretamente, tres hombres del Grupo de Apoyo Técnico de la UCO explicaron que gracias al dispositivo pudieron hacer una reconstrucción virtual con datos irrefutables, desmontando la versión del asesino con rotundidad.
Diana caminó a un ritmo de 4 kilómetros por hora dejando el parque donde estaban sus amigos, enfiló el paseo junto a la playa mientras enviaba mensajes por WhatsApp, y cuando estaba acercándose a la esquina de la calle Venecia, donde Abuín aseguraba que le sorprendió robando gasolina, pasó casi un minuto entero sin usar el móvil. Algo acababa de ocurrir. El móvil empezó a hacer movimientos erráticos, como si alguien pulsase las teclas compulsivamente. “Algo dificulta la señal del GPS porque da posiciones erráticas. Algo está afectando al terminal”, cuentan los agentes. Diana había sido raptada, y El Chicle volvió a mentir. No podía ser donde dijo. “Es inviable que fuera por otra calle”, subrayaron en la sesión los investigadores.
Lo siguiente que mostró el terminal es que iban ya en el coche a 50 kilómetros por hora de media. Salió de A Pobra y una cámara fotografió el vehículo. Poco después el móvil tuvo una bajada repentina de cobertura cayendo al agua. El asesino confeso había lanzado el móvil por la ventanilla.
Según los agentes, El Chicle acudió a la nave veinte días después de arrojarla al pozo para comprobar si el cuerpo estaba hundido, pero flotaba con la cabeza fuera del agua. Fue entonces cuando lo lastró, primero sin éxito, y luego como lo encontraron, invertido.
Conocía bien la nave. Estaba muy cerca de la casa de sus padres. Había estado allí con un amigo antes de los hechos y también conocía el pozo.
Durante esta sesión, en la que intervinieron una veintena de agentes, también una perito que había hecho un seguimiento a la familia Quer intervino para certificar sin ningún tipo de dudas que todos sufren un “trastorno depresivo severo importante” tras el terrible crimen. La más frágil, Valeria, presenta un “trastorno por estrés postraumático grave”, según expresaron los especialistas.
21 de noviembre de 2019: “Diana fue estrangulada con la brida durante al menos cinco minutos”. Es la afirmación de los forenses, que en esta trascendental sesión del juicio aseguraron que la brida fue el arma del crimen, descartando que la muerte de Diana Quer fuese accidental. Los tres médicos forenses oficiales tumbaron la versión de El Chicle. Los peritos recalcaron que el asesino solo pudo romper el hueso hiodes y varias vértebras presionando con la brida que fue encontrada. En una chica joven, romper el hiodes requeriría una fuerza tremenda que no pudo hacer con las manos. “No fue una muerte casual, como dijo El Chicle”, defendió el forense que ha actuado por encargo de la acusación particular. Tuvo que apretar la brida hasta dejar una circunferencia de 9 centímetros. Se la puso en el cuello cuando estaba viva y apretó el tiempo necesario para conseguir que muriera, manifestaron los forenses: “Fue estrangulada con la brida durante al menos cinco minutos de presión, y la resistencia que hizo para no morir, con movimientos de cuello muy enérgicos, provocó las lesiones de las vértebras”.
El otro punto fundamental de la sesión tenía que ver con los indicios de agresión sexual. La saponificación y el lavado de 500 días en el agua del pozo impidieron encontrar signos defensivos y señales de una violación, si bien, subrayan los forenses: “No hallarlas no prueba que no hubiera agresión sexual”. Solo uno de ellos, el forense de la acusación, y de acuerdo a una fotografía, señaló que creía que había un rastro de un edema en los labios superiores de Diana, lo que significaría que sufrió una agresión sexual con embestidas violentas; algo que dio lugar a una discusión técnica. Otro de los forenses manifestó que el edema no es tal, y que él si examinó el cuerpo y la inflamación se produjo al hincharse el cuerpo dentro del agua.
Respecto a la posición del cuerpo y el hecho de que Diana tuviese las piernas abiertas, el forense ha aclarado que la postura solo indicaría violación si no se hubiera movido el cuerpo de sitio, y no es el caso; fue cambiado de postura hasta en dos ocasiones, para arrojarlo y para lastrarlo veinte días después. De hecho, la conclusión que manifestaron sobre la postura del cuerpo es que el lastre servía para haber hundido “tres cuerpos” y eso produjo una hiperflexión de la espalda y la rotación del cuerpo. Por eso fue encontrado invertido cuando El Chicle lo había arrojado de pie.
22 de noviembre: “Podría haber sido tu hija”, gritó en la sala Juan Carlos Quer, quien estalló tras nueve sesiones manteniendo la compostura día tras día ante la crueldad y las mentiras del asesino de su hija. Fue expulsado, y una vez fuera pidió respeto ante los duros momentos que afrontan.
Fueron dos las imágenes que marcaron esta sesión: por un lado, la de un padre que no podía contener su dolor; por otra, la de la sonrisa del asesino. Quedó inmortalizada en las imágenes del día en que se procedió a la reconstrucción de los hechos; el día en que El Chicle escenificaba su falsa coartada, tranquilo y sonriente, frío, insensible y bromeando, consciente de que estaba mintiendo.
En esta ocasión, esta vez sí, El Chicle miró sus imágenes, atento a todo lo que se decía.
25 de noviembre: “Comete el crimen por pura maldad”. La Fiscalía considera que las pruebas aportadas en el juicio “cazan las mentiras” del acusado y contradicen su versión. Tenía un “modus operandi” que apunta al “móvil claramente sexual”; a un depredador sexual que salió a cazar y cuando encontró a su víctima la acechó, la persiguió y la raptó. La golpeó con una palanca que llevaba en el coche, la metió viva en el maletero, la amordazó, la maniató con la cinta que llevaba y después condujo para llevarla a la nave de Asados en un lugar que “da pavor”, en palabras de la fiscal. Allí, la tuvo cerca de dos horas, sin posibilidad de defensa ni escape, con un ensañamiento psicológico innecesario. La violó, porque estaba desnuda. Después la asesinó para borrar el delito de agresión sexual. El cadáver tenía un edema característico que ha quedado demostrado que solo pudo producirse en vida, por las embestidas al violarla. Es la sentencia de la Fiscalía, que exigía en el alegato final la prisión permanente revisable.
26 de noviembre de 2019: “No tengo nada más que decir que lo que ha dicho mi abogada, que es pedir perdón”. Con esas palabras finalizaba El Chicle su alegato final; con unas que distaban absolutamente de lo que ha demostrado en el juicio: falta de arrepentimiento absoluta, ausencia de empatía, frialdad y una actitud impasible. Todo en el marco de un relato, –el suyo–, probado falso.
Su defensa, por su parte, finalizó asegurando que “no hay pruebas” para acreditar que violó y asesinó a Diana Quer el 22 de agosto de 2016, una cuestión que atribuyó a "una obsesión por inculparlo" dentro de una "farsa" de juicio en el que "no se han respetado los derechos constitucionales". Durante el procedimiento, aseguró la abogada del juicio en el final de la sesión, "se ha montado una película de terror", afirmando que el "dolor permanente no justifica la prisión permanente".