Carlos se prepara para poder llevar a cabo su sueño. Estar en un box con todos los mecánicos, eso para él sería un triunfo. Está de prácticas pero también trabaja. "Entre pedido y pedido, para no perder el tiempo, me voy leyendo los apuntes". En uno de esos ratos muertos, le retrataron. Y lo mostraron como ejemplo de que también hay jóvenes responsables. Lo hizo Pedro G. Díaz en el Grupo de Facebook Beneméritos G.C. La publicación se viralizó en horas. Pedro declaró que tomó la imagen junto a su domicilio. El hombre lo comparó con los vándalos que rompían escaparates.
Carlos nació en Madrid, donde vivió hasta los 12 años con su familia. Cuando acabó la Primaria, se trasladaron a Valdepeñas (Ciudad Real) y allí hizo la ESO. A los 16 años llegaron a Málaga, donde cursó el Bachillerato. No era un buen estudiante, recuerda cuando habla de su adolescencia. Su primer año en Málaga fue el primer año de Bachillerato, y le costó sacarle adelante. El segundo, fue un caos. Después, se fue a Londres a trabajar seis meses, ahí cambió, volvió, acabó el Bachillerato y empezó a hacer algo que le gustaba”, destacaba a Catalunya Plural en una entrevista tras salir a la luz sus imágenes. Así, cursó un grado superior de automoción, a raíz del cual estuvo dos años de prácticas. En septiembre de 2020, Carlos Alegre comenzó a estudiar en EMA Competición.
Carlos no quiere ser ejemplo de nada y menos ante el panorama de una juventud más golpeada que nunca por la crisis. "Hay gente que se lo curra. Es silenciosa. Va trabaja, estudia, no hace ruido". Los que le conocen reconoce que él es uno de ellos. Y lo demuestra en cada una de sus clases. "Es un alumno que sienta pasión por estudiar", dicen de él. Cierto que el gesto fue natural. No le cuesta trabajo sacar una libreta y ponerse a dedicar tiempo a su sueño. Tal vez, por una vez, ser viral, le ayude.
No sería la primera vez. Víctor Martín Angulo Córdoba, un niño peruano de 12 años que hacía los deberes aprovechando la luz del alumbrado público, se convirtió en viral en las redes sociales después de que la imagen fuera captada por las cámaras de seguridad del municipio de Trujillo, donde el joven vivía con su madre en una modesta y desvencijada vivienda. La familia no tenía para para pagar la energía eléctrica, por lo que el pequeño no le quedaba más remedio que salir a la calle y aprovechar la luz de una farola para poder estudiar.
Las autoridades locales ofrecieron facilidades a la familia para acometer la instalación eléctrica y muchos otros se interesaron por el caso. Pero fue un hombre de negocios de Bahrein, dueño de una fábrica de chocolates en Londres, Jacob Mubarak, quien se ofreció a rehabilitar la vivienda de su familia y a montar un pequeño negocio a su madre para que pudiera sacar adelante a su hijo. Que por cierto, quería ser policía.