El cadáver de M.J.C.R., vecina de Margallón, en Foz (Lugo), de 69 años, que se encontraba desaparecida desde hace 13 días, fue hallado este sábado por la mañana por un vecino en una zona monte adentro, a aproximadamente dos kilómetros de la casa en la que Maruja da Casareta, como era conocida la mujer, residía con su esposo y una hija.
Fue el propio vecino quien dio aviso a las fuerzas de seguridad al descubrir el cuerpo, según confirmó el alcalde de Foz, Francisco Cajoto.
El cuerpo sin vida apareció en una zona de monte, aproximadamente a un kilómetro y medio de distancia de donde fueron halladas las prendas que se fue desvistiendo Maruja el día que desapareció. La zona fue acordonada hasta que se procedió al levantamiento del cadáver, que según las fuentes consultadas identificó un familiar. El cuerpo ha sido trasladado a la capital lucense para practicarle la autopsia.
El lugar donde encontraron el cadáver estaba alejado de la casa y, por esa razón y por los problemas de movilidad que presentaba Maruja, no había sido rastreado exhaustivamente. Se creía que la mujer no habría podido llegar tan lejos. Con todo, operarios de Protección Civil explicaron que el lunes pasado estuvieron a unas decenas de metros del lugar, pero no vieron el cuerpo.
El alcalde de Foz transmitió sus condolencias a los familiares de Maruja y sus amistades. Además, tuvo palabras de agradecimiento para todos los que participaron en el intenso dispositivo de búsqueda.
Este domingo iban a cumplirse dos semanas de la desaparición de Maruja. La mujer sufría Alzheimer y se le perdió la pista en un camino del monte, donde se hallaron prendas que se fue quitando en su deambular. Tras la intensa búsqueda en las primeras horas y días después de darse la alerta, en la que no se escatimaron esfuerzos ni medios, personales y materiales, no se logró hallar alguna nueva pista que pudiese llevar a la mujer.
Poco a poco, sobre todo desde el pasado lunes, el operativo se redujo notablemente. Pero a pesar de ello, aún esta semana se envió a un helicóptero para sobrevolar el monte. El rastreo se limitó a batidas puntuales, de agentes de la Guardia Civil y vecinos, además de familiares, que no desistieron en ningún momento.