Durante la mañana se organizaban los equipos profesionales con una misión concreta: un vecino de Cercedilla había dado la pista definitiva; se encontró a Blanca Fernández Ochoa y santiguándose. En La Peñota, subiendo a una zona que conforman tres picos, sobre todo uno con un mirador privilegiado, estaba Blanca. Pero no estaba arriba, estaba en una senda desde la que se inicia la subida.
La autopsia será definitiva para decir cuándo murió, pero el primer análisis forense, hecho in situ, apunta a que podría llevar muerta más de una semana. No se aprecian golpes o traumas explícitos de impacto, aunque haber estado a la intemperie tantos días dificulta el examen visual.
Más allá, ni el lugar ni la posición donde ha sido encontrado su cuerpo sin vida hacen pensar en que haya habido una caída desde lo alto. Además, no había piedras alrededor, lo que hace también difícil pensar en la idea del accidente.
Junto al cadáver de la esquiadora han hallado su mochila. En ella estaba el tique de su última compra en un centro comercial de Pozuelo, en Madrid: el día 24 por la mañana compró queso y presuntamente se marchó a la sierra.
Su coche sería visto el día siguiente a las seis de la mañana aparcado en Cercedilla. Desde ese aparcamiento al lugar donde la han encontrado hay dos horas de caminata. Blanca pasó allí la tremenda tormenta que cayó el lunes 26 en Madrid. Se marchó sin teléfono. Dijo a su familia que quería estar sola.