Una de las ventajas de vivir en un país con una larga y rica tradición vinícola es la forma en que esta cultura impregna otras esferas de nuestra sociedad, incluyendo la arquitectura. Una de las curiosidades que el vino nos regala en este ámbito es la existencia de las llamadas bodegas subterráneas. Destaca el caso de las que podemos encontrar en Aranda de Duero. De hecho, este tipo de bodegas se ha convertido en uno de los recursos turísticos más interesantes de esta capital del vino: en esta zona puedes encontrar hasta 7 kilómetros de galerías excavadas en el subsuelo de la roca. ¿Que son las bodegas subterráneas y por qué es interesante conocerlas?
Las bodegas subterráneas son, como su nombre indica, bodegas que han sido construidas bajo tierra. Tienen su origen en la Edad Media y su función originaria fue la del almacenamiento y conservación del vino. Se cree que esta obra de ingeniería fue desarrollada de forma espontánea por los bodegueros de aquella época para protegerse ante posibles saqueos por parte de los musulmanas. En este proceso, los bodegueros descubrieron que el vino evolucionaba mejor que en superficie, generalizándose su uso como mejor forma de conservar el vino y mejorar su calidad.
Normalmente estas bodegas se cavaban manualmente, y muchas se encuentran en la parte inferior de casas privadas, así como en cerros situados en núcleos urbanos de distintos pueblos, aprovechando la orografía de las laderas.
En cuanto a su estructura, suele tratarse de galerías inclinadas con escaleras con tiro de pendiente pronunciada, dando paso a una estancia en la que se almacena el vino. Su profundidad suele oscilar entre los nueve y los doce metros.
Precisamente una de las ventajas de estas construcciones es la baja temperatura que se registra en su interior, que, además, permanece estable durante todo el año en torno a los 12 grados, con niveles de humedad constantes. A través de diferentes respiraderos, se permite una ventilación con el exterior.
Si quieres reconocerlas desde fuera, tal y como explican desde la web de la Ruta del Vino de Ribera del Duero, fíjate en sus zarceras o pozos de ventilación, "elementos fundamentales para la estabilidad de las bodegas subterráneas, comunicando el interior con el exterior".
Poco a poco la función de estas bodegas subterráneas ha cambiado y se han convertido en espacios de reunión familiar, aunque muchas han sido abandonadas. También cumplen la función de lugar de acogida para “peñas” o agrupaciones culturales. Además, aunque la mayor son de uso particular, existe la posibilidad de visitarlas en muchos casos, y se está llevando a cabo un importante esfuerzo por mejorar su estado de conservación y poner en valor su importancia como elemento clave en zonas de gran cultura vinícola. Actualmente existe una red de galerías de más de siete kilómetros que recorre el casco histórico de Aranda de Duero.