Segunda jornada del juicio por el secuestro, la violación y el asesinato de Laura Luelmo en la localidad onubense de El Campillo en diciembre de 2018. Bernardo Montoya es el único acusado que se sienta en el banquillo de la Audiencia Provincial de Huelva. Junto a su abogado intentan responsabilizar del crimen a una expareja movida por los celos con el objeto de eludir la prisión permanente revisable solicitada por la Fiscalía y las acusaciones, pero en su relato ante los jueces, las lagunas de su nueva versión amenazan con acercarle más aún a la condena.
Bernardo Montoya sostiene ahora, contradiciendo versiones anteriores en las que se autoinculpó ante los investigadores y los medios de comunicación, que su expareja, Josefa Carmina G. C., fue la autora material del asesinato de la joven profesora zamorana.
Los investigadores creen que se trata de una declaración hecha para encajar con las pruebas forenses una vez conocidos los datos incluidos en el sumario del caso.
Pero no todo encaja en este nuevo relato ya que Bernardo y su expareja Joseja llevaban cinco años sin verse y el único ADN hallado en el cuerpo de Laura es de Montoya y la joven fue agredida sexualmente con brutalidad.
El sumario recoge también como los investigadores hallaron en la casa Bernardo la bolsa con el recibo y la compra realizada por Laura momentos antes en un supermercado: unos huevos y una bolsa de patatas fritas que el acusado no dudó en comerse tras el crimen.
El cuerpo fue encontrado 6 días después. El vecino de la profesora que acaba de salir de la carcel estaba huido y fue detenido.
La Fiscalía y las acusaciones ejercidas por la Junta de Andalucía y la familia de la víctima piden para el acusado la aplicación de la prisión permanente revisable tras describir los mas de 50 golpes que recibió, el último, el mortal, con una piedra después de trasladarla moribunda al monte.