El agua cumple una función vital en nuestro organismo: ayuda a absorber los nutrientes. Pero, esta es solo una de las propiedades que tiene el líquido en el cuerpo humano. Especialmente, si la bebemos caliente, nos puede ayudar a reducir dolores o a mejorar la digestión.
Una investigación demostró que la temperatura ideal del agua son los 57,8 ºC. Este dato está lejos de los 85 o 71,1 -medidas entre las que suelen estar las bebidas que se nos sirven calientes- y evita los riesgos que tendría tomar agua en estas altas temperaturas.
Hacerlo así, según portales especializados como Healthline, tendría, entre otros, los siguientes beneficios:
Al estar caliente, el agua cambia de estado y se produce vapor. Inhalarlo, puede ayudar a descongestionar las fosas nasales e, incluso, a aliviar el dolor de cabeza.
A medida que el agua se mueve a través del estómago y los intestinos, los órganos e hidratan y eliminan los desechos con mayor facilidad. Si esta está caliente, disolver y disipar ciertos alimentos puede resultar más fácil.
Beber agua caliente podría ayudar a mejorar las funciones del sistema nervioso central, por lo que debería sentirse más tranquilo tras tomarla.
El agua caliente hace que los intestinos se contraigan. Esto hace que los desechos salgan con mayor facilidad del cuerpo, por lo que beberla cuando tenga síntomas de estreñimiento podría ayudarle.
Beber agua aumenta la sensación de saciedad. Asimismo, al ayudar al cuerpo a absorber los nutrientes y eliminar los desechos, podría hacer que su peso disminuyese. Además, un estudio realizado en 2003 demostró que intercalar la temperatura del agua que se bebe podría hace que el metabolismo funcione con mayor rapidez.
A pesar de sus beneficios, los mismos portales recuerdan que no se trata de un milagro, sino de un elemento más que podría ayudarle. Asimismo recuerdan que es importante vigilar que esta no esté demasiado caliente como para quemarnos.
Por último, aconsejan no hacerlo cuando se realice una actividad física ya que beberla caliente hace que tenga menos sed y aumenta el riesgo de deshidratación.