La familia que murió en el incendio en un local de la plaza Tetuán de Barcelona malvivía en unas antiguas oficinas bancarias ocupada reconvertidas en hogar. Los vecinos lo sabían porque más de una vez dieron de merendar a los pequeños de 1 y 3 años fallecidos en el trágico incendio que ha acabado con la vida de toda una familia. Sobrevivían recogiendo chatarra y con los cheques de comida del ayuntamiento. Entre ellos había los dos pequeños, el mayor de tres años y una bebé de pocos meses.
Las imágenes del interior del edificio en el que vivían muestran que las familias habían habilitado un comedor con sofás, mesa, sillas y un televisor. También había un pasillo con decoración, electrodomésticos y camas. Los residentes en el local habían decorado una estantería con juguetes y manualidades. Pero las circunstancias en las que vivía la familia eran infrahumanas.
Tal y como reconoció en rueda de prensa la teniente de alcaldía de Derechos Sociales, Justicia Global, Feminismos y LGTBI, Laura Pérez, los servicios sociales de la Ciudad Condal habían contactado o visitado hasta en 88 ocasiones a los padres de los pequeños, un niño de tres años y una bebé de uno, para asegurar su atención sanitaria y educación. En todas esas visitas, el Consistorio no había identificado un riesgo inminente para los menores. Había una buena valoración del seguimiento y el cuidado de los niños por parte de los padres, sin indicadores de riesgo, aseguró Pérez.
Este seguimiento aparentemente intensivo de la situación de la familia, de origen rumano y paquistaní, no evitó que los menores siguieran viviendo en la sucursal bancaria abandonada hasta ayer por la noche, cuando se produjo un incendió de causa desconocida que acabó con sus vidas y las de sus padres.
"Detrás de esta tragedia lo que hay es una situación de pobreza, exclusión social e infravivienda. Trabajar desde el Ayuntamiento es complejo porque son personas excluidas por todas las demás prestaciones", ha defendido Pérez.
El mismo 18 de octubre se hizo una inspección conjunta del local de la mano de la Guardia Urbana para valorar el estado de la oficina, en la que vivían otras cuatro personas además de la familia fallecida. Esta inspección concluyó que no había un riesgo inminente que requiriese un desalojo inmediato de la familia. De hecho, el informe técnico posterior a la visita destacó que la situación del cuadro eléctrico no hacía urgente buscar un nuevo alojamiento para la familia, que llevaban más de dos años alojada en esa oficina bancaria abandonada en la plaza Tetuán, en pleno Ensanche barcelonés.
Desde el Ayuntamiento de Barcelona alertaron que la de la plaza Tetuán no es la única familia ‘okupa’ con menores a su cargo que hay en la ciudad. Según los datos de que dispone el Consistorio, en estos momentos hay en la ciudad 86 asentamientos habitados por 384 personas, 53 de las cuales son menores de edad. Además, hay otras 481 personas en 105 locales ocupados como la oficina quemada ayer, 156 de ellos, niños. Para el gobierno municipal, tragedias como la de este martes deberían servir para replantear las políticas de vivienda e inclusión.