Mónica era alegre y trabajadora, como reflejan sus vídeos en las redes sociales. Parecía feliz con sus trabajos en el aeropuerto y en una clínica que hoy mostraba su pesar públicamente. En su pueblo de Jaén, y en el barrio de Esplugues, en Barcelona, donde fue asesinada, la consternación es evidente. Fue víctima, junto a su hija de tres años, de un brutal crimen machista perpetrado presuntamente por su expareja y padre de la niña.
“Nos hemos quedado congelados cuando nos hemos enterado”. “Conozco a sus padres de vista. Es muy fuerte”. “Estuvieron aquí y todo era normal”, han contado algunos vecinos, hoy en shock.
Llevaban dos años conviviendo pero hace seis meses decidieron separarse. Mónica buscaba otra vivienda y le dijo a su vecina que tenían 6 meses para irse con su hija. Hasta entonces, ambos parecían vivir sin problemas, o no los habían mostrado al exterior. No constan denuncias policiales o judiciales por malos tratos.
Después de apuñalar a Mónica y su hija Quiara, Rubén, como se llama el agresor y expareja de la joven, se autolesionó la muñeca con el cuchillo. Ha salido del hospital y ha sido trasladado a la comisaria de Esplugues. Él mismo llamó al 112 diciendo que había matado a su pareja e hija. Cuando llegaron los Mossos, no puso ninguna resistencia.