El rechazo a las mascarillas y sobre todo a las vacunas son algunos de los motivos para esa vuelta atrás en media Europa. Unos se niegan por consejos de publicaciones seudocientíficas, otros por determinadas ideologías y algunos por un modo poco solidario de entender la vida. Algunos argumentos son realmente insensatos y nada parece convencerles.
Manifestaciones en Países Bajos, Bélgica o Francia en contra de la vacunación. En España, es una reducida minoría, aunque desde algunos ámbitos pseudocientíficos se lanzan mensajes de que las vacunas no inmunizan o que directamente matan.
Una forma de pensar que al igual que el virus ha ido mutando a lo largo de la pandemia. La covid no existía, pero hospitales y cementerios improvisados decían lo contrario. Con la llegada de las vacunas, se empieza a hablar de microchips diseñados por Bill Gates, extraños magnetismos en los brazos y hasta de control mental vía 5G.
Ahora con datos contundentes sobre el descenso de la mortalidad en los países con mayor porcentaje de vacunación, la paranoia acaba transformándose en un argumentario que apela a la libertad individual.
Pero el problema es global, la salud pública una cuestión social y una actitud imprudente ha llevado a destacados negacionistas a una UCI o directamente a perder la vida.