Con la llegada del verano, millones de españoles apagan el ordenador, dejan la oficina y ponen rumbo a un destino más que deseado: la playa. Unos días de descanso, en los que olvidarse de todo, pero que también se pueden convertir en una odisea. En especial, si no se tienen en cuenta a los animales marinos que viven en el mar
Desde que en 1975 Steven Spilberg estrenara Tiburón, muchos son los ciudadanos que temen meterse en el mar por miedo a ser atacado por este animal. Nada más lejos de la realidad. La mayoría de las amenazas en los mares españoles son mucho más inofensivas de lo que se puede pensar a primera vista. Sin embargo, en algunos casos hay que tener precaución si no se quiere terminar en el hospital, en lugar de en la toalla.
Son las reinas de nuestro litoral. Este invertebrado con aspecto gelatinoso llega todos los veranos con la intención de quedarse y, de paso, arruinar los días de playa de muchas personas. Las picaduras de medusas son la principal causa de atención médica en España. En concreto, representan más del 60% de las incidencias que se producen en las costas.
A pesar de toda la rumorología que hay alrededor de las picaduras de estos animales, el Instituto de las Ciencias del Mar de Barcelona recoge en su Guía de identificación y tratamiento e picaduras de medusas y otros organismos gelatinosos de la costa mediterránea española una serie de pasos sobre lo que deben hacer los bañistas en caso de sufrir ese agradable episodio. En primer lugar, se deben quitar los restos de tentáculos y/o fragmentos de medusas, lavar con agua de mar, aplicar una solución de bicarbonato, hielo seco y consultar a un médico. Eso sí, nada de vinagre.
Su avistamiento en las costas españolas obliga, casi de momento, a cerrar las playas. La carabera portuguesa se ha convertido en el terror de los bañistas debido a que es altamente venenosa. Con apariencia de medusa, se trata en realidad de una colonia de diferentes organismos que se dedican a distintas funciones.
La parte exterior parece una bolsa transparente de gas. La sumergida está formado por una serie de tentáculos. Unos se ocupan de la digestión, otros de la reproducción y otros, de soltar el veneno. Sin embargo, si bien es cierto que se han registrados fallecimientos por esta causa, no es moral salvo para alguien alérgico.
Eso sí, su picadura duele, y mucho. Tal y como aseguran los expertos, lo mejor en estos casos es sacar a la persona que la haya sufrido del agua y buscar asistencia médica. Entre las recomendaciones, destacan lavarla con agua salada, aplicar hielo y tomar algún analgésico para el dolor. Además, si este persiste, lo mejor es acudir a un centro sanitario.
Las rayas suelen encontrarse en las aguas costeras poco profundas. Fácilmente reconocibles, estos animales planos, de larga cola y un aguijón permanecen la mayor parte del tiempo inactivas, parcialmente enterradas en la arena y moviéndose gracias al balanceo de la olas. Su color, en cambio, puede jugar una mala pasada a los humanos, ya que le permite camuflarse a la perfección en el fondo del mar.
La mayoría de sus picaduras se producen porque los bañistas no las ven y las pisan. Si esto pasa, la persona va a sufrir una gran hinchazón que puede ir acompañada de náuseas, vómitos y calambres debido a un veneno que puede llegar a ser letal para los humanos, según aseguran desde National Geographic.
Su aspecto es tan parecido al de la raya que incluso se le conoce como raya eléctrica o raya calambrosa. De hasta 70 centímetros de longitud, su presencia es habitual en las costas andaluzas. También llamado tembladera, pueden llegar a generar descargas de hasta 220 voltios y un amperio. Aunque puede llegar a ser muy molesto, no es mortal.
Aunque los erizos de mar que hay en el mediterráneo no son venenosos, pisarlos puede llegar a ser muy desagradable. Estos animales están revestidos de grandes espinas punzantes y afiladas por lo que pueden causar grandes heridas. Lo peor: que estas se queden entro de la piel.
Por ello, los expertos recomiendan extraer las espinas de los erizos de mar de inmediato. Si no es fácil sacarlas, puede llegar a ser necesario reblandecer la zona sumergiéndola en agua templada salada o acudir a un centro hospitalario. Todo para no sufrir una grave infección.
A primera vista, se puede pensar que las anémonas de mar son lo más parecido a los vegetales que hay en las profundidades del mar. Más bien todo lo contrario. Estos depredadores marinos son animales invertebrados que se mantienen agazapados hasta que un pez distraído pasa por su lado.
Tras esto, sus tentáculos se disparan, lanzando a la víctima un filamento en forma de arpón que le inyecta veneno. Este no es muy dañino para los seres humanos, pero sí que puede dejar una especie de quemazón en la piel durante meses.
Es el pez más venenoso del mundo. Muy difícil de ver, pero muy fácil de pisar, el pez piedra es uno más en los fondos arenosos o fangosos y al borde de los arrecifes de los mares tropicales. Cada una de su glándula venenosa segrega hasta diez miligramos de un veneno muy similar al de las cobras.
Tan potente es, que puede matar a una persona en un par de hora entre atroces sufrimientos. La picadura causa un dolor insoportable y una enorme hinchazón que puede llevar a la parálisis temporal y el shock. Los síntomas aparecen de inmediato y las horas juegan a favor de los humanos. Mientras antes se trate, más posibilidades de sobrevivir, ya que existe un antídoto específico contra su peligrosa toxina. Por si fuera poco, también pueden atacar fuera del agua, donde aguantan vivos hasta 24 horas.
La facilidad que tiene para pasar desapercibido debajo de la arena hace del pez araña un peligro en las aguas poco profundas del Mediterráneo. Su primera aleta dorsal es bastante corta. Es ahí donde se encuentran sus siete espinas venenosas. Por si esto fuera poco, posee otras 32 en la segunda aleta, que al entrar en contacto con la piel, producen un intenso dolor.
Rojeces, dolor de cabeza, náuseas o vómitos son algunos de los síntomas que la picadura del veneno de naturaleza glucopoteica y vasocontrictora puede provocar. Por ello, cuando esto sucede, los expertos recomiendan limpiar muy bien la zona, sumergirla en agua caliente y si el dolor persiste, acudir a un especialista.
Los aficionados a la pesca de España seguro que están más que familiarizados con las escórporas. Dentro de ellos, el cabracho, el rascacio y la escórpora son sus máximos exponentes. Estas tres especies, muy parecidas anatómicamente, tan solo llegan a diferenciarse en coloración, tipo de escama y pequeñas escrecencias en la barbilla.
Las escórporas viven en las zonas rocosas y si se sienten en peligro, muestran sus espinas venenosas. Aunque sus picaduras producen un fuerte dolor, al final todo queda en una inflamación leve. Eso sí, la cosa se complica si la espina se queda incrustada, ya que continúa siendo venenosa aunque el pez haya muerto. Lo más importante, por lo tanto, es asegurarse de quitarla.
A diferencia de la mayoría de las especies de esta lista, las morenas que se encuentran en las costas españolas no pican, pero sí muerden. Además, por mucho que tenga fama de agresiva, tan solo ataca cuando se ve acosada.
Las morenas suelen dar una sola mordedura, huyendo a refugiarse. Estas producen escalofríos y espasmos, aparte del dolor. Lo más importante, eliminar los dientes que puedan quedar incrustados y limpiar a conciencia la herida.