Discurso aprendido, empieza a declarar. La fiscal tiene una estrategia muy clara. Y la primera contradicción llega. Le insiste en que Gabriel era muy educado, le recuerda a Ana Julia que ella lo había declarado con insistencia. Ella asiente. Por supuesto. Entonces, dice la fiscal, ‘cómo es posible que le dijera todos los improperios que, según dice la acusada, verbalizó el pequeño, y alguno más que le dijo a su abogado y luego omitió ante el juez: negra, fea, no quiero que me mandes, no eres mi madre, quiero que mi padre vuelva con mi madre’. Es la estrategia de Ana Julia para justificar su reacción; el homicidio imprudente, el accidente. Pero no es creíble.
La fiscal se lo hace ver también en la segunda contradicción respecto a la madre de Gabriel. Ana Julia insiste en que no han tenido problemas. Nunca. Pero la fiscal le pone una grabación con un amigo en la que insulta a Patricia: “La madre es una… y mucha gente la odia. Además debe mucho dinero a mucha gente y lo están investigando”. A ese mismo amigo le cuenta que ella vistió al niño y que lo buscan muerto.
La tercera contradicción es precisamente a cuenta de la camiseta. Ana Julia siempre declaró que había vestido al niño, pero la abuela la dejó sin coartada. Hoy dice la verdad. Pero cambia la razón por la que utilizó la camiseta como pista falsa. En su momento justificó esa acción diciendo que quería darle una esperanza; hoy no paraba de decir que lo que quería es que la detuvieran. Pero la fiscal le ha dicho con reproche que en 18 meses nunca había explicado esa motivación. Además, es incoherente porque ese mismo día cogió la ropa del pequeño que guardaba en un armario de la habitación que compartía con el padre de Gabriel, y la arrojó a un contenedor. Además, la camiseta no la dejó en un sitio sin sentido. La puso muy cerca de la vivienda de su expareja para incriminarle, suponen los investigadores. Porque además de la camiseta, lo intentó de muchas maneras. Intentó que su hija hablara mal de él al psicólogo de la familia y que los investigadores se fijaran en que la camioneta blanca que conducía. En esos días los testigos hablaban de un vehículo de esas características en la zona a la hora de la desaparición.
Tras el crimen, Ana Julia llevó a la finca a la prima de 10 años, a una amiga y a su hija Judith; a todas les pidió ayuda para poner maderas o sillas encima de la tumba. La fiscal le ha preguntado si no era verdad que intentaba ocultarlo más y que utilizó esas visitas para verificar el estado de su enterramiento. Ana Julia negaba con la cabeza. Igual que negaba que intentara evitar los seguimientos de los investigadores perdiendo el teléfono hasta en dos ocasiones. “Yo perdí el móvil porque iba drogada de diazepam y no sabía dónde dejaba las cosas”.
Las pastillas que tomaba a puñados, según la investigación, le han servido para justificar lo que iba a hacer cuando desenterró el cuerpo de Gabriel. Ha explicado que pretendía dejarlo en el maletero, en el garaje de la vivienda de su pareja, el padre de Gabriel. Pensaba subir a casa, escribir dos cartas de despedida a su pareja y a su hija, y suicidarse. Lo decía mientras lloraba pidiendo perdón por tercera vez. Pero el momento más cruel, que también ha negado, lo ha escuchado en la sala, aunque se ha hecho la despistada: llevaba el cuerpo en el coche. Los agentes de seguimientos de la UCO iban detrás de ella. Y llevaba micrófonos dentro. Maldecía y hablaba en voz alta. No sabía si llevar el cuerpo a un invernadero. “No querían pececito, pues van a tenerlo por mis cojones”. Ana Julia le dijo al juez de instrucción que le puso la grabación hasta siete veces, que era muy cruel. Hoy, delante del jurado popular, no lo reconoce. Los jurados han escuchado la grabación de dos en dos, acercándose. Ha negado haber engañado a Gabriel esa tarde porque tenía todo pensado y preparado, incluso la pala y el hacha que no estaban en la finca los días anteriores. Hasta 15 “no me acuerdo”. El más importante cómo mató a Gabriel. La fiscal le ha dicho después de sus balbuceos sin saber con qué mano le asfixió y si le golpeó o cómo, que se acuerda de determinados detalles que le interesan, y no del resto. Ana Julia no recuerda o no quiere acordarse de que le golpeó la cabeza de manera brutal, según la autopsia. Esos golpes no se justifican en el homicidio imprudente que pretende hacer creer.