Atado a una farola, semidesnudo durante media hora y calándose bajo la lluvia. Es la broma que un grupo de amigos decidieron hacerle al novio en su despedida de soltero, en Alzira, Valencia. Una especie de humillación convertida en gracia que roza los límites de lo vejatorio.
Mientras sus amigos se divierten en el bar, el novio se pasa 30 minutos atados a una farola. Una pesada broma de despedida de soltero que el mismo novio, admite, consintió. De hecho, normaliza la actuación de su grupo de amigos: "Es una broma que hacemos, un poco pesada, pero no pasa nada".
Los vecinos que pasaban por allí, al verle, no podían sino preocuparse por su estado y brindarle su ayuda para desatarlo. "Estaba ahí, desnudo y no era un ejemplo para la gente".
Las despedidas de soltero y soltera más de una vez sobrepasan los límites. Y no hablamos solo de abandonar a los próximos maridos y esposas semidesnudos en plena calle. Hay novios empapados, ridiculizados e incluso engañados al hacerles creer que saltan al vacío, cuando solo se trata de una de tantas bromas más.
Algunos ayuntamientos han restringido estas celebraciones. Unos límites necesarios para que lo pasen bien los amigos y también los homenajeados.