Luisa Vives ha aprendido a contar los cuentos a sus hijas, de 5 y 3 años, de una manera diferente. La noche en la que ocurrió todo, trabajaban juntos por la noche, cuando de repente se quedó sin habla. Tardó días en recuperar la movilidad, pero no el habla y fue consciente de su afasia. Su nueva situación fue un mazazo para su familia, con dos niñas pequeñas y un trabajo estable en aquel momento.
La rutina diaria de Luisa es dura porque le frustra que no le entiendan bien en las tiendas, en los médicos, en el día a día... Su evolución está siendo rápida y eso demuestra que se puede vivir con afasia. Por eso ha creado su propia red social, para explicar qué es la afasia y cómo se vive y convive con ella. Los afectados siguen siendo las mismas personas, misma madre y misma persona. Eso es lo que quieren reivindicar que se puede vivir y ser feliz con afasia.